Renovarse sin morir en el intento

¿Qué debe hacer una empresa que, de pronto, se encuentra alejada de las necesidades del mercado?

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David Fernández

Vivimos en una sociedad que avanza tan deprisa que, día a día, te obliga a acostumbrarte a nuevos cambios y si no sabes seguirle el ritmo corres el riesgo de quedarte desfasado.

 

Más allá de los problemas que esto pueda crear, por ejemplo, a una persona poco ducha en tecnología a la hora de introducir los smartphones o las redes sociales en su vida, plantea importantes dificultades a algunos sectores y empresas más tradicionales.

 

Un ejemplo lo tenemos en los grandes supermercados y centro comerciales, enormes moles donde cualquier persona con poco tiempo puede hacer la compra de la semana de una sola vez, llenando el maletero de su coche a unos precios bastante competitivos.

 

Su gran proliferación ha sido un problema para el pequeño comercio: supermercados de cercanía, mercados tradicionales y tiendas de ultramarinos, que han ido viendo menguar la afluencia de clientes a sus establecimientos, y por tanto, sus beneficios.

 

Para sobreponerse a este duro golpe algunos mercados han decidido reinventarse: conservando algunas señas de identidad que ofrecían desde siempre, como la cercanía y atención personalizada, han convertido sus antiguos puestos en locales gourmet, donde poder disfrutar de productos muy especializados, de gran calidad mientras, en un descanso de las compras puedes disfrutar de un aperitivo en alguno de los gastrobares que han proliferado en estos nuevos mercados. 

 

 

Mercado Gourmet

 

En algunos supermercados de cercanía, los que popularmente hemos conocido toda la vida como supermercados de barrio, también han decidido hacer frente a su particular crisis dirigiendo sus esfuerzos a captar a aquellos clientes para los que no todo es la comodidad y velocidad. Sus carnicerías, pescaderías y fruterías tradicionales también siguen atrayendo a mucho público que prefiere preguntar a un tendero clásico si las naranjas que se va a llevar son de verdad dulces a aventurarse con una barqueta cuya única información disponible vendrá en una etiqueta junto con el precio.

 

Otro ejemplo lo tenemos en el Reino Unido. Uno de sus iconos más visibles son sus cabinas de teléfono rojas, seguro que cualquiera que haya viajado a Londres tiene alguna foto junto a una de ellas, pero a día de hoy permanecen en desuso, ya que todo el mundo posee un teléfono móvil.

 

Para el Ayuntamiento de Londres, este elemento tan personal e identificativo de la ciudad queda además deslucido, ya que se han convertido en simples lugares donde las mafias de la ciudad cuelgan tarjetas sexuales con anuncios de prostitución.

 

 

Cabinas de teléfono en Londres

 

Para darles un nuevo uso, dos estudiantes de la London School of Economics han propuesto pintarlas de verde, ponerles un panel solar en el techo y utilizarlas para recargar los móviles gratis, a cambio de ver publicidad mientras se aguarda. Su idea quedó finalista en un concurso de ideas del Ayuntamiento de Londres y será llevada a la práctica. De hecho la primera de ellas ya ha sido instalada en Tottenham Court Road, al comienzo de Oxford Street, la zona comercial más popular de la ciudad.

 

Estos y muchos otros ejemplos nos demuestran que ante los nuevos desafíos que se le presenten a nuestro negocio, no debemos desesperar, tan solo debemos desarrollar una buena idea, encontrar cual es nuestro nuevo nicho de mercado y enfocar nuestros esfuerzos hacia él.

 

Y es que ya la propia palabra "crisis" en japonés (危機=kiki), nos señala este mismo camino. Su alfabeto kanji (basado en un alfabeto chino más antiguo) está compuesto por ideogramas, donde cada símbolo o elemento representa un concepto y sumando varios elementos, obtenemos conceptos más complejos. La palabra crisis está  compuesta por los caracteres 危="peligro" y 機="oportunidad".

 

Y, al fin y al cabo, fijándonos en esa suma ¿no es eso lo que una crisis representa para todos?

 

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