?Un mal día? Aprovéchalo

"No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera".

Proverbio chino

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Patricia Lanza

 

Desde que apareció la Psicología Positiva y las frases motivadoras nos rodean por todas partes parece inconcebible, es más, casi una herejía, afirmar que tienes un mal día. Llegar a la oficina con cara de perro es una incitación a que te marginen por "pesimista malhumorado". Pero vamos a ser realistas. Suena el despertador y, después de no haber pegado casi ojo en toda la noche, te sientes más cansado que cuando te acostaste. Además, sabes que dejaste ayer varios marrones por resolver en la oficina y algo te dice que ningún duendecillo benévolo ha estado trabajando toda la noche para resolverlos. Es más, si han trabajado los duendecillos puede que haya sido para que aparezca alguna complicación más.

En ese momento deberían venir a tu cabeza un montón de ideas positivas para animarte. Y a ver, que es cierto que seguramente eres una persona afortunada. Y más cierto es que de forma objetiva no tienes motivos para quejarte. Tienes un trabajo, una casa, salud (puede que bastantes achaques, pero nada grave)... ¡hasta amor hay en tu vida! Pero has dormido mal, hace frío, te espera un día duro y lo único que te apetece es quedarte en la cama. Así que el primer pensamiento que te viene a la cabeza cuando pones un pie en el suelo es: "elijo muerte". Yo me reconozco una gran fan de esas frases motivadoras que te hacen sentir que, efectivamente, puedes comerte el mundo. Pero también soy realista. Hay días que no. Que da igual, que nada te hace sentir mejor.

Y si tienes un día de esos, el sentimiento de fracaso por no ser capaz de afrontar lo que viene con una sonrisa incrementa aún más tu malestar.

Entonces sí es el momento de cambiar el chip. Es cuando hay que dejar de ver los pensamientos negativos como una losa y sentirte un fracasado por no poder quitártelos de la cabeza. Tratar de eliminar pensamientos negativos en un mal día es como intentar vaciar el agua del mar con una cucharita de café: un esfuerzo ingente y, con toda probabilidad, vano. Así que la estrategia debe ser otra. En lugar de luchar contra ellos, trata de sacarles partido. Porque aunque parezca mentira, los pensamientos negativos no son tan malos como creemos.

Un pensamiento negativo no deja de ser como el dolor: nos avisa de que algo va mal y nos prepara. Así que debemos aprovechar la aparición de pensamientos negativos para observar qué está pasando. Dejar de criticarnos por pensar negativamente y sin juicios de valor, observar y hacernos preguntas: ¿qué pensamientos son?, ¿qué emociones provocan?, ¿por qué crees que piensas del modo que lo estás haciendo?, ¿es posible que más que una realidad, tus pensamientos estén reflejando asunciones, percepciones distorsionadas...?, ¿hay alguna evidencia que sustente esas asunciones que estás haciendo?, y si tu pensamiento es realista, ¿qué alternativas de respuesta tienes?

Aunque parezca contradictorio, el pensamiento negativo nos lleva a la acción. Cuando nos ponemos en lo peor, la ansiedad generada nos impulsa a prepararnos y a responder. Además, nuestros pensamientos negativos nos ponen en nuestro sitio. Nos indican que tenemos limitaciones, favorecen que reduzcamos nuestras expectativas y hacen que los riesgos se asuman con más precaución.

Por lo tanto, si en un mal día los pensamientos negativos te invaden, intenta pensar en positivo. Busca lo bueno a tu alrededor. Haz ejercicio. Léete un par de frases motivadoras. Come chocolate. Busca cualquier estrategia que te pueda ayudar. Pero si eso no funciona, no te fustigues. En lugar de ver esos pensamientos como una amenaza que no podemos controlar y sentirnos frustrados por no poder pensar más positivamente, veámoslo como una oportunidad de analizar lo que está ocurriendo y tomar decisiones más realistas.

A fin de cuentas, ¿qué puede haber más positivo que pensar que un mal día es una oportunidad?

 

 

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