La ética de la inteligencia

 "Una mala persona no llega nunca a ser un profesional excelente" Howard Gardner

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Nuria Fernández López

Ya hemos hablado en alguna ocasión de Howard Gardner, neurocientífico estadounidense, psicólogo, profesor de Harvard y autor de la teoría de las inteligencias múltiples, cuestionador de concepto de inteligencia como fenómeno único. Como resultado de los experimentos que ha llevado a cabo en esta materia,  afirma que cuando mide la inteligencia de las personas, ha descubierto que algunas son muy buenas solucionando problemas, pero malas explicándolos, mientras que a otras les pasa justo lo contrario.

Ha descrito siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal, que ya en post anteriores hemos comentado.

En este post no nos vamos a centrar en el concepto de las inteligencias múltiples, sino en otro que Gardner también plantea, y es el de la ética de la inteligencia.

Gardner llevó a cabo un experimento en Harvard, el Goodwork Project, para el que entrevistó a más de 1.200 individuos, tratando de averiguar ¿Por qué hay excelentes profesionales que son malas personas?

La respuesta de Gardner a la pregunta es un poco sorprendente,  según él,  no los hay. En realidad, las malas personas no pueden ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no alcanzan la excelencia.

Lo que comprobaron, según sus propias palabras, es que los mejores profesionales son siempre ECE: excelentes, comprometidos y éticos. Gardner sostiene que no puedes ser excelente como profesional pero "mala" persona.  Según Gardner este hecho se produce porque "no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes con objetivos que van más allá de tus necesidades, para servir a las de todos. Y eso exige ética". "Sin principios éticos puedes llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente".

La inteligencia ética es una reflexión y un compromiso interno sobre el qué y el cómo hacer. La inteligencia ética es visión de futuro, constancia, disciplina, honestidad, riesgo y sacrificio. La reputación es sólo como nos ven los demás, la ética es como actuamos cuando nadie nos mira, y aquí la integridad y los valores personales son la clave.

Aunque esta teoría puede resultar esperanzadora en cuanto a la gestión de personas, tiene su "alter" y es que también concluyeron que "hemos descubierto que los jóvenes aceptan la necesidad de ética, pero no al iniciar la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como el lujo de quienes ya han logrado el éxito".

La  inteligencia ética en relación a la excelencia y no al desempeño técnico, está estrechamente relacionada con el concepto de inteligencia emocional, y ambas se materializan en:

1. La capacidad de identificar y comprender bien los propios sentimientos.

2. La capacidad de gestionar, modular y regular la emoción y la conducta.

3. La capacidad de identificar y comprender bien los sentimientos de los demás.

4. La capacidad de interactuar con los sentimientos de los demás.

5. La capacidad de autocontrol y de motivarse a uno mismo.

El concepto de ética de la inteligencia establece un valor diferencial entre las personas y los modelos de gestión de éstas. Según el profesor Marina la inteligencia entendida en el sentido clásico, tiene que ver con la capacidad de resolver problemas teóricos, aquellos que se resuelven cuando conozco la solución, pero la “inteligencia ética”  y la inteligencia emocional tienen más que ver con resolver problemas desde un punto de vista práctico, y aquí la cosa se complica ya que entran en juego los miedos, las dudas, las inseguridades, etc. En sus charlas cuenta un ejemplo que resulta tremendamente ilustrativo.

A mediados del siglo pasado en China tenían un grave problema con las ratas. A los dirigentes se les ocurrió una solución teórica que parecía buena. Si cada ciudadano mataba 2 o 3 ratas podían acabar con el problema. A todo el que llevara un cadáver de rata se le gratificaría. ¿Qué ocurrió? Que los campesinos llegaron a la conclusión de que les resultaba más rentable criar ratas y luego matarlas que cultivar arroz... 

 


 

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