Yo soy un nativo digital, ¿quién eres tú?

Todos nos movemos entre smartphones, ordenadores y tablets, pero ¿sabemos utilizar de manera eficiente toda esta tecnología?

 

 

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David Fernández

 

Soy un nativo digital, o al menos así lo asegura Marc Prensky, un escritor y experto en educación y aprendizaje que acuñó el término en un artículo de 2001 titulado "On the Horizon" (En el Horizonte).

El término se refiere a la generación nacida a partir de 1980 y que ha podido vivir desde su infancia el desarrollo de la tecnología informática: ordenadores personales, consolas de videojuegos, teléfonos móviles, tablets...

A pesar de que engloba a un grupo de personas muy amplio, por lo general, cuando hablamos de los nativos digitales, restringimos el grupo mucho más y lo utilizamos para referirnos a los adolescentes y niños actuales.

Seguro que muchas veces también vosotros os habéis visto maravillados viendo a alguno de vuestros hijos, casi bebés,  o al de alguno de vuestros amigos o familiares.

Sorprende ver como un niño tan pequeño es capaz de utilizar un videojuego sencillo o de iniciar un episodio de Pocoyo o Pepa Pig prácticamente antes de empezar a hablar. Alguien comenta entonces: "Es normal, han nacido con una Tablet bajo el brazo".

Es cierto que esta generación ha nacido inmersa en la tecnología, y que los niños son como esponjas que asimilan rápidamente nuevos conocimientos, pero no nos equivoquemos, ningún niño viene programado para saber usar un teléfono móvil o una tablet.

 

Cómo en cualquier proceso de aprendizaje, lo consiguen a través de la exploración, la investigación y la ayuda que le pueden ofrecer otros niños de su entorno o sus padres y profesores.

Al fin y al cabo el niño que tiene una Tablet entre sus manos, se deja guiar por lo que le llama la atención, como en cualquier juguete educativo: formas, colores, sonidos... y mediante la prueba y error podrá ir aprendiendo el uso de lo que es una herramienta nueva para él.

Este caso no resulta muy diferente de cuando un adulto tiene un teléfono móvil nuevo o debe utilizar alguna aplicación nueva en su ordenador.

Y al final, quien más y quien menos, siguiendo un esquema parecido, logra usar Facebook, su cuenta de correo electrónico o puede utilizar de manera sencilla un procesador de textos o realizar una sencilla presentación de Power Point, pero ¿qué sucede cuando debemos realizar un proyecto que precisa de un uso más avanzado de la tecnología que tenemos a nuestra disposición?

¿Somos todos capaces de utilizar una hoja de cálculo? ¿Podemos configurar una nueva cuenta de correo electrónico sin la ayuda del informático de la oficina?

Nadie puede saber de todo y seguramente habrá conocimientos más y menos necesarios dependiendo de nuestro puesto y del trabajo que desempeñemos, pero no deja de ser cierto que la tecnología pone a nuestra disposición toda una serie de herramientas de las que no siempre sacamos todo el partido posible.

No dejamos de ser, a mayor escala, esos niños pequeños que utilizan la Tablet para ver dibujos animados o unos adolescentes que solo manejan aplicaciones de redes sociales.

La tecnología no es nuestra enemiga, y no podemos acusarla de ello o de lo complejo que resulta todo para un usuario medio. Es parte del progreso,  algo que no para y que no dejará de cambiar y evolucionar, y que nos debería hacer reflexionar.

¿Es suficiente la formación que recibimos y la que se les da a los más jóvenes para manejar de manera eficiente la tecnología que tenemos a nuestra disposición y la que vendrá en un futuro?

Seguramente será una de nuestras grandes asignaturas pendientes y quizás también uno de esos propósitos de mejora de año nuevo que no debamos abandonar.

 

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