Estrés ...el pan nuestro...

"El estrés es la respuesta de la persona a las demandas del entorno, para las cuales duda de si dispone de recursos necesarios y, sin embargo, entiende ha de afrontar."

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Nuria Fernández López

Ya en varias ocasiones hemos comentado que la respuesta de estrés en sí misma no tiene un valor negativo, es una respuesta adaptativa de preparación del organismo para el enfrentamiento o para la huida. Así, por ejemplo, las pupilas se agrandan para mejorar la visión, el oído se agudiza, los músculos se tensan para responder al desafío, la frecuencia cardiaca y respiratoria aumentan de manera que la sangre es bombeada en forma más abundante y rápida para aumentar la llegada de oxígeno a las células y favorecer las demandas de la respuesta al peligro.
El problema es cuando toda esta activación, que supone un desgaste para el organismo, se produce durante mucho tiempo o muy frecuentemente.
A nivel psicológico el estrés se puede definir como la respuesta que sufre una persona cuando enfrenta demandas del medio que le resultan excesivas. La persona cree que con sus capacidades no va a poder afrontar o superar aquello que el entorno le pide. El estrés laboral, según la Comisión Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo se define como "las nocivas reacciones físicas y emocionales que ocurren cuando las exigencias del trabajo no igualan las capacidades, los recursos o las necesidades del trabajador".

Los efectos del estrés se manifiestan entonces en reacciones físicas, psicológicas, emocionales y conductuales:
• Aumento de la tensión muscular y cambios en la respiración...
• Puso elevado, sudoración, boca seca...
• Mayor atención y afectación de la memoria, bloqueos...
• Irritabilidad y reacciones defensivas
• Mayor autocrítica
• Aparición de fobias
• ...
Es obvio que el estrés va a afectar de forma importante a nuestro rendimiento a la hora de realizar una tarea. Las dificultades pueden deberse tanto al hipoestrés como al hiperestrés, es decir, el rendimiento se ve afectado tanto por niveles bajos de estrés (apatía, aburrimiento falta de motivación) como por excesivos niveles de estrés (incapacidad para concentrarnos, fatiga, mayor autocrítica negativa, etc.). Algunas tareas necesitan bajos niveles de estrés para poder realizarse y otras, altos niveles, la clave no está en su nivel de estrés sino en el nivel de estrés que encaje con la actividad a realizar. Aunque difícil, aprender a emparejar los niveles de estrés con los niveles de actividad es vital.

Permanecer demasiado tiempo en estrés puede conducirnos al estrés crónico. El estrés se acumula, al final del día, sin darnos cuenta de ello, y sin haber soportado nada excesivo, es posible que nos sintamos totalmente fatigados por la acumulación de los pequeños acontecimientos de nuestras vidas.

 

 

¿Cómo consigo vigilar mi estrés?

  • Autoobservación: la autoobservación es clave para identificar cuáles son nuestros particulares estresores y los síntomas que nos provocan. Durante situaciones estresantes, la respiración es lo primero que cambia y lo más fácil de controlar, si se controla a un ritmo lento y regular el cuerpo empezará a relajarse.
  • Identificar nuestros estilos de afrontamiento para determinar aquellos que son funcionales y aquellos que nos desgastan. Nuestra personalidad influye en la forma cómo respondemos a las situaciones estresantes. El tipo de personalidad más estrechamente vinculada al estrés es el denominado patrón tipo A, que caracteriza a las personas impacientes, competitivas, que trabajan al máximo de su capacidad, realizan varias tareas a la vez, obvian cualquier señal corporal de alerta, etc.
  • Practicar algún método de relajación activa y técnicas de enfrentamiento del estrés, control de pensamientos, mindfulness, yoga, meditación, etc.
  • Dedicar tiempo y espacios para la desconexión, tomarse un baño o ducha caliente, bailar, hacer ejercicio, escuchar música, cultivar una afición, leer, ir al cine,  de compras, etc.
  • Y por supuesto, prestar atención a los básicos: alimentación, ejercicio y sueño.

"Lo que importa no es aquello a lo que nos enfrentamos, sino la manera cómo nos enfrentamos a ello. A pesar de que hay factores que influyen o determinan algunas respuestas, tenemos un control limitado sobre nosotros mismos. El ejercicio de este control, o la falta del mismo, es lo que puede decidir si el estrés de la vida es lo que nos forma o nos rompe" Dr. Hans Seyle.

 

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