El quejica

El quejica es un perfil de persona que siempre encontrará un motivo para quejarse.

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Nuria Fernández López

 

Si llueve les molesta, si hace sol les viene mal, si le preguntas no le gusta, si no le preguntas te recrimina, si sales porque sales y si entras porque entras.

La cuestión es quejarse, es encontrar un motivo para evidenciar que todo el mundo está en contra de ellos y que nadie es capaz de entenderlos.

La queja, es un reproche, un reclamo, una forma de poner de manifiesto un desacuerdo continuo que lo único que consigue es alejar a todos de su lado, porque bien pensado ¿a quien nos gusta estar cerca de una persona con una queja continua en sus labios?.

Los quejosos siempre tienen un responsable de sus desdichas, disgustos, problemas, sus jefes, compañeros, vecinos, parejas, hijos, amigos, etc.

Lo que los quejosos no parecen saber es que su queja continua les aleja cada vez más de encontrar soluciones a los múltiples problemas que proyectan.

La queja produce insatisfacción, descontento, resentimiento, enfado, inquietud, miedo, pena, todas ellas emociones que terminan enfermando la mente y el cuerpo de quien las vive a diario. Las personas quejosas son tóxicas para si mismos y para quienes les rodean.

Hay muchas personas que han hecho de la queja su forma de vida, un hábito, una forma de afrontar los acontecimientos y de relacionarse con el mundo, una forma de buscar soluciones a sus problemas, soluciones, por supuesto, que nunca llegan, porque el camino es el equivocado.

La personas quejosas lo ven todo desde la negatividad, se escudan en el no puedo,  y en el no me dejan. Sus quejas son el lenguaje de la derrota,  del pasado y  de la dependencia de los demás, como causas y solución de sus problemas.

Podemos hacer un pequeño diagnóstico para averiguar si pertenecemos a este perfil, basta con preguntarnos:

  • ¿Nos concentramos más en las quejas o en las soluciones?
  • ¿Tenemos problemas con muchas personas?
  • ¿A menudo percibimos las cosas como difíciles de lograr?

Si la respuesta es sí,  tal vez deberías cambiar tu enfoque a la hora de percibir el mundo, concentrándote más en las soluciones que en los problemas, pensando que los malos momentos forman parte de la vida, y que puedes encontrar caminos para solucionarlos y afrontarlos, confiando más en tu responsabilidad y capacidad de solución de problemas, concentrándote en lo verdaderamente importante, ayudándote de los que te rodean, y  no utilizándolos sólo como responsables de tus desdichas.

 

 

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