Errores de cálculo

Como no podía ser de otro modo, aquí también hablaremos de ébola.

 

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Patricia Lanza

"Ébola". Una de las palabras más escuchadas (trending topic, como se denomina ahora) durante los últimos días.  En la mesa de al lado en el restaurante, en la cola del supermercado, en el asiento de atrás del autobús... Allá donde vayamos es probable que escuchemos una acalorada discusión sobre el tema.

Son muchos los debates que puede suscitar, pero yo me quiero centrar en uno: los errores de cálculo.

 

 

El miedo es libre y, evidentemente, cuando está en riesgo la vida de personas es normal que surja con fuerza. Pero el problema aparece cuando la respuesta no se ajusta a la realidad. Cuando no nos basamos en datos reales sino que éstos han sido de algún modo alterados, es posible que cunda el pánico y, entonces, es más probable que las decisiones que se tomen no sean las más adecuadas.

Pero que nuestro comportamiento se base en datos objetivos es más complicado de lo que parece, principalmente porque somos muy malos dejando de lado nuestras emociones y calculando probabilidades.

El cálculo de probabilidades (que surgió con los juegos de azar) se nos atraganta no sólo porque en muchos casos no tengamos conocimientos de estadística, es que, aunque los tengamos, estamos expuestos a errores de base.

Por ejemplo, la llamada falacia del jugador nos hace pensar que un hecho es más o menos probable en función de si ha sucedido recientemente o no. Veamos. Si el año pasado el Gordo de Navidad fue el 62.246, ¿crees que es más o menos probable que vuelva a tocar ese mismo número este año?

Pues este número tiene las mismas posibilidades de tocar que cualquier otro, ni más ni menos. Básicamente porque son sucesos independientes. Todos los números del bombo tienen las mismas probabilidades de salir, independientemente de si ya salió la vez anterior o no. Mientras siga dentro del bombo y la bola no haya sido manipulada, tiene exactamente las mismas probabilidades que las demás.

Pero seguro que mucha gente rechazaría este número porque piensa: "Si ya tocó el año pasado, sería mucha casualidad que volviera a toca éste". Casualidad sí, probabilidad, la misma.

Y si juegas a la ruleta y ha salido 26 seguidas el negro. ¿A qué color apostarías la siguiente vez? En 1913 el Casino de Montecarlo ganó millones de francos gracias a este efecto. Tras 12 veces seguidas saliendo negro, los jugadores decidieron que ya le tenía que tocar al rojo. Nadie apostó al negro. Ni la decimotercera vez ni las 13 jugadas siguientes en las que el negro, obstinadamente, seguía apareciendo. Y el casino frotándose las manos.

Y es que no somos capaces de aislar los sucesos y verlos como acontecimientos independientes. Como tampoco somos capaces de aislar nuestras emociones, ni de evitar que una avalancha de noticias sobre un tema nos haga creer que es lo único que está sucediendo en ese momento. O que es lo más importante. O, por el contrario, que la costumbre y la continua exposición a algunos peligros nos haga minusvalorarlos.

Intentemos por un momento funcionar como máquinas y sólo centrarnos en los datos. Números únicamente. Estos datos son de España (pertenecen a distintos años porque me ha resultado complicado encontrarlos del mismo).

  • Fallecidos por cáncer (2013): 102.762
  • Fallecidos por accidente de tráfico (2013): 1.128
  • Fallecidos por suicidio (2011): 3.180
  • Fallecidos por enfermedad coronaria (2012): 122.097
  • Fallecidos por ébola contagiado en España (2013 a 2014): 0

Ante estos datos, contemplándolos como una máquina, ¿de qué dirías que tienes más probabilidades de morir? Y, por tanto, ¿qué te debería preocupar más?

Pero no somos máquinas. Así que en el momento en el que nos enteramos que una persona se ha contagiado de ébola en España surge el pánico, se habla de pandemia y comienzan las actuaciones: se aísla a los posibles contagiados, se sacrifica un perro, se exige que algunos niños no acudan al colegio, algunos dueños se quieren desprender de sus mascotas, etc.

Evidentemente, es fundamental e imprescindible controlar la expansión de la enfermedad y por ello, muchas de las respuestas son necesarias. Pero otras son, con toda probabilidad, excesivas. Porque, volvamos a los números.

El ratio de contagio del ébola (número de personas a las que contagiaría 1 enfermo) es de los más bajos, de entre 1,2 y 1,9 personas. Mínimo frente a enfermedades como la hepatitis C (3,9), la gripe aviar (6), el sida (10,6) o el sarampión (18).

Por supuesto, el ébola tiene unos altos porcentajes de mortalidad (del 60 al 90%), por lo que nadie duda de la importancia de mantenerlo a raya. Yo lo que pongo en duda es si nuestro miedo y precaución está focalizado en lo más probable. Porque el otro día, en un recorrido de 10 kilómetros en coche estuve a punto de presenciar 3 accidentes y es en esos momentos en los que  eres consciente de la facilidad con la que nos jugamos la vida a diario y lo poco que nos preocupa. Yo, personalmente, a día de hoy creo que deberíamos tener más miedo al tráfico o las grasas que ingerimos que al ébola. Pero lo dicho, el miedo es libre.

 

 

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