Hacer nada, también sirve para solucionar problemas!

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Nuria Fernández López

Antaño, no hacer nada era un destino soñado, un momento anhelado.  Pensar en que llegaran los días de descanso para "no hacer nada" suponía una fuente de placer y satisfacción. Hoy en día entramos en pánico cuando disponemos de tiempo y no tenemos plantes de ocupación a la vuelta de la esquina.

La inactividad se asocia a vagancia y genera una cierta culpabilidad. Sin embargo, para nuestra tranquilidad al parecer nuestro cerebro lo necesita, parones de actividad para ser luego más creativo, tener mejores ideas y encontrar soluciones a tus problemas.

Los científicos del Spanish Resting State Network (SRSN)  han analizado qué pasa en nuestro cerebro cuando este está en "modo suspensión". Al parecer se despierta una red formada por varias regiones todas ellas relacionadas con la introspección o la memoria autobiográfica (recordar alguna experiencia del pasado, recrear una sensación, imaginar algo), circuito que se desactiva automáticamente cuando nos ponemos en modo "atención". Ambos circuitos, atención y "no hacer" se relacionan pero de forma inversa: cuando la señal se incrementa en un circuito, se disminuye en el otro. Es decir, si activamos la atención, desactivamos la introspección y viceversa, son dos circuitos cerebrales que no pueden funcionar a la vez".

En lo que a la solución de problemas y la creatividad se refiere, la ciencia ha demostrado que cuando "hacemos nada", ponemos la base para encontrar soluciones a problemas difíciles, conocernos más a nosotros mismos y ser más creativos.

Esto tiene su sentido ya que para encontrar buenas soluciones, necesitamos introspección, meditar bien las cosas... y para conseguirlo, que mejor que poner el cerebro en reposo. Este no hacer nada, no implica quedarse en "of" frente con nuestro smartfone, Tablet o TV, sino en hacer tareas sencillas, agradables o directamente "hacer nada", por ejemplo tumbados en la playa, contemplando una puesta de sol o con la mirada perdida. Es muy posible que cuando entremos en este "estado", pueda aparecer una solución a algo que en lo que estábamos atascados.

Por ello, a pesar de que pueda suponernos un cierto mal estar, eso de "no hacer nada", las vacaciones son una época perfecta para ejercitarlo. Hemos introducido mucha información en nuestras cabezas, es posible que nuestro cerebro en reposo sea capaz de conectar las piezas necesarias para resolver situaciones que hasta ahora se nos escapaban.

En definitiva, no te sientas  culpable por "no hacer nada"  y  permite a tu mente vagar tranquilamente. Además, como ha demostrado la ciencia, cuando "hacemos nada", estamos poniendo la base para encontrar soluciones a problemas que nos cuestan, conocernos más a nosotros mismos y ser más creativos.

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