Una mente debe cultivarse pero no demasiado, no sea que se agote

Los períodos de descanso ayudan a recuperar nuestra capacidad de aprendizaje y de solución de problemas

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Nuria Fernández López

Esta idea de buscar el equilibrio entre el estudio y el ocio/descanso podemos datarla a principios del XIX, en donde los reformadores educativos de los EEUU ya estaban preocupados por que los niños no tuvieran "demasiada educación".

Hay toda una serie de estudios curiosos que se llevaron a cabo por esa época. En 1871 el comisionado de educación estadounidense publicó un informe sobre la "relación entre educación y locura". En dicho informe se habían estudiado 1.741 casos de locura, y habían concluido que "el estudio" era el responsable de 205 de ellos. En aquel momento el autor concluyó que "la educación excesiva sienta las bases de gran parte de los trastornos mentales".

Otros estudiosos sobre el mismo tema creían que presionar demasiado a los estudiantes era una "perjudicial influencia sobre el carácter y la salud". Este enfoque aunque formulado en términos que hoy nos chocan un poco, en el fondo está bastante en línea con destacar la importancia del descanso y el ocio como partes del proceso de desarrollo y formación.

También se destacaba como la exigencia excesiva a los estudiantes "acaba provocando un embotamiento de su capacidades naturales debido a un exceso de estudio".

Este hecho todos los hemos podido vivir en nuestras propias carnes. Yo, por mi parte, recuerdo de la época universitaria como llegaba a los últimos exámenes de junio con ese embotamiento mental, después de todo el mes de exámenes.

Al parecer, los reformadores del sistema educativo de la época se afanaban por encontrar  modos de reducir el tiempo de estudio para preservar la salud de los estudiantes. Algunos de los avances por ellos propuestos fueron eliminar las clases los sábados, acortar la jornada escolar  y alargar las vacaciones.

También se les advertía a los profesores, que el descanso también servía para reforzar habilidades cognitivas y analíticas. En esto estoy totalmente de acuerdo.

Un colaborador de Massachusset Teacher sugirió "sólo cuando se alivia del estado de tensión que pertenece al estudio real, pueden muchachos y muchachas, así como hombres y mujeres, adquirir el hábito del pensamiento y la reflexión y extraer sus propias conclusiones, independientemente de lo que les enseñen y de la autoridad ajena".

 

Pero después de unos vienen otros, y a continuación de éstos trabajos vinieron los que sugerían planteamientos dispares. Venían a decir que los sistemas educativos estaban bien planteados, y que la diferencia en el rendimiento de los alumnos estaba precisamente en la duración de los períodos académicos, y en cómo se ocupaban los períodos de descanso. Si se alargaban los períodos académicos, y durante las vacaciones se llevaban a cabo distintos tipos de tareas de repaso, el rendimiento de los alumnos mejoraba.  Obvio, por otra parte.

Cada uno de estos enfoques pone el acento en un punto diferente del desarrollo del ser humano, en muchos casos es una cuestión de posicionamiento.

Yo, por mi parte, a punto de cogerme vacaciones creo que el "remedio" para el agotamiento por exceso de actividad es fácil, basta con unas largas vacaciones.

 

 

 

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