!Acéptalo!

¡Qué difícil es la aceptación y, sin embargo, qué necesaria!

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Patricia Lanza

 

Hablamos de aceptación, no de resignación, que son dos cosas muy distintas.

Aceptar es asumir que las cosas son como son y, que, probablemente, no son como nos gustaría que fueran, pero son así.

La aceptación es un paso previo y necesario para dar una respuesta adecuada. Es intentar ser lo más realistas posibles a la hora de captar lo que está sucediendo y asumirlo, sea como sea. Asumir que la realidad no es siempre la que nos gustaría. La vida, lamentablemente, no es justa ni agradable en muchas ocasiones. La vida es, simplemente, lo que es. Y la aceptación es el primer paso para evitar berrinches innecesarios. Para evitar la frustración que nos supone que las cosas no sean del modo que desearíamos.

La aceptación nos evita sufrimientos innecesarios, discusiones infructuosas, cabreos que no van a ninguna parte... Porque por muy poco que nos guste, por mucho que nos enfade o moleste, si llueve, va a seguir lloviendo; si el vecino nos ha despertado con sus ruidos, ya estamos despiertos; si hay un atasco impresionante, no vamos a poder avanzar más deprisa; si alguien a quien queremos no hace lo que sabemos más le conviene o lo que nos gustaría a nosotros, no va cambiar por mucho que le insistamos... ¡Aceptémoslo!

Y aceptar no significa quedarnos de brazos cruzados. Aceptar es asomarse a la ventana, ver que llueve y en lugar de perder el tiempo y sentirnos frustrados porque el día hubiera sido más agradable si hubiera estado soleado, aceptar es ponernos unos zapatos que aguanten bien el agua y agarrar un paraguas antes de salir. Ni siquiera significa pensar lo buena que la lluvia va a resultar para el campo. Aceptar sólo es ver que llueve y ser consciente de ello para poder obrar en consecuencia. Es limitar el tiempo que pasamos dando vueltas a pensamientos sobre cosas que no podemos controlar y centrarnos en lo que sí podemos hacer al respecto.

Aceptar es conocer de la forma más objetiva posible para poder actuar adecuadamente. No significa ser positivo ni negativo, optimista ni pesimista. Significa obtener datos objetivos para tomar las mejores decisiones. Es evitar juicios de valor que distorsionan la realidad y, por tanto, nos hacen comportarnos de forma poco adaptativa. Pensamientos sobre lo que está pasando que sólo nos traen disgustos y que impiden, en muchos casos, que podamos responder de la forma más eficaz antes las situaciones a las que nos enfrentamos.

Por tanto, aceptar no es resignarse, no es quedarse de brazos cruzados, no es "tragar con lo que nos toque". Tampoco es mirar el lado positivo de las cosas, ni intentar encontrar beneficios ante cualquier imprevisto.

Y para empezar a aceptar comencemos aceptando lo difícil que resulta la aceptación. Y que es posible que nunca aprendamos a aceptar. ¡Acéptalo y busca una solución!

 

 

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