Cuanto más se ve algo, más gusta.

El efecto de la familiaridad establece que cuanto más vemos algo, más nos gusta.

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Nuria Fernández López

La familiaridad con un estímulo conlleva un cambio de actitud hacia el mismo. En 1967 en la Universidad de Oregón se realizó un curioso experimento, en el que un misterioso alumno asistía a clases encapuchado con una bolsa negra. El profesor conocía la identidad de la persona oculta, pero en la clase nadie más la conocía. El profesor evaluó las reacciones de los alumnos a lo largo del tiempo.

En un primer momento los alumnos trataron al encapuchado con hostilidad, pero con el tiempo se relajaron y al final se mostraron amigables y hasta protectores con él.

La actitud de los alumnos evolucionó desde la hostilidad, a la curiosidad y finalmente la amistad.

Robert Zajonc realizó otra serie de experimentos en la que se mostraban a los sujetos una secuencia de imágenes aleatorias (formas geométricas, símbolos, dibujos, etc.) con rapidez, de tal forma que los sujetos no eran capaces de distinguir cuáles se repetían y cuáles no. Cuando posteriormente se le pregunto a los sujetos qué imágenes preferían, escogieron las que habían visto un mayor número de veces a pesar de no ser conscientes de ello.

 

 

 

 

Esta preferencia por lo conocido se intensifica con el número de exposiciones, cuánto mayor número de exposición a un estímulo, mayor preferencia.

Otros investigadores repitieron el mismo experimento utilizando sonidos en lugar de imágenes con los mismos resultados.

Zajonc concluyó que la preferencia por un estímulo se basa exclusivamente en la historia de exposición a dicho estímulo, más que en las creencias o actitudes. Manteniéndose el mismo efecto incluso cuando las imágenes se presentan de forma subliminal. Sajonc también concluyó que solemos asociar la novedad a la incertidumbre y el conflicto.

Las investigaciones de Sajonc transcienden el laboratorio y llegan hasta las relaciones humanas, en lo que se denomina el "efecto de proximidad" o tendencia a establecer relaciones con personas a las que vemos con regularidad, ya que al igual que con los símbolos y las formas, la repetición genera confianza y afecto. En este punto también se ha considerado el hecho de que las interacciones frecuentes (exposición repetida), aumentan la familiaridad y producen la sensación creciente de similitud, lo que acaba generando emociones positivas y al final atracción.

En línea con lo anterior, Zajonc realizó un curioso experimento con el fin de comprobar si los rostros de los cónyuges se parecían más tras años de convivencia.

Compararon fotografías de parejas tomadas durante el primer año de matrimonio, con otras, 25 años después. Tras descartar otras posibles explicaciones, los investigadores concluyeron que la causa más probable de porque los cónyuges ser parecían más en las segundas fotografías, era la empatía.

El tiempo aumenta la empatía entre las parejas, y como la emoción humana se transmite a través de las expresiones faciales, la interpretación que hicieron fue que era posible que con el tiempo se comenzaran a imitar las expresiones del rostro, lo que acaba generando arrugas parecidas en ambos.

A pesar de que los experimentos de los investigadores, a veces resultan curiosos y de difícil aplicación y generalización, en este caso, los experimentos nos ayudan a comprender el hecho de porque un estímulo ( una persona, una moda, un lugar,un objeto, etc.) que en un principio puede desagradarnos, como consecuencia de la exposición repetida al mismo, acaba resultándonos atrayente.

 

 

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