Ley de Jante

 

Cada país y cultura tiene sus normas explícitas e implícitas. Tenemos claro que no todos nos comportamos igual y que lo que está bien visto, y es incluso una virtud en un lugar concreto, puede ser un gran defecto en otra parte. Para bien (imitar) o para mal (evitar), seguro que hay muchas cosas que podemos aprender de otros.

 

 

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Patricia Lanza

La "Ley de Jante" es un principio social muy arraigado en los países escandinavos y que establece la forma en las que las personas deben conducirse, sobre todo en el ámbito laboral.

Esta ley apareció en el libro de Aksel Sandemose, "Un refugiado sobre sus límites", de 1933 y la sociedad escandinava la aceptó como un principio ético a seguir.

Originalmente incluía las siguientes 10 normas:

1.    No pienses que eres especial.

2.    No pienses que estás a la misma altura que nosotros.

3.    No pienses que eres más listo que nosotros.

4.    No pienses que eres mejor que nosotros.

5.    No pienses que sabes más que nosotros.

6.    No pienses que eres más importante que nosotros.

7.    No pienses que eres bueno en nada.

8.    No te rías de nosotros.

9.    No pienses que preocupas a alguien.

10. No pienses que puedes enseñarnos algo.

Una undécima norma fue añadida más tarde por Sandemose:

11. No creas que existe nada que no sepamos ya sobre ti.

Básicamente esta norma social refleja cómo se desaprueba en estos países que una persona se crea mejor que el resto, que sea arrogante, que trate de sobresalir... Por el contrario, se busca que las personas muestren humildad en su proceder.

Si bien hay quien piensa que esto fuerza a las personas a la mediocridad y a no mostrar la seguridad y confianza necesaria para triunfar, yo creo que, en su justa medida, aporta no sólo un punto de prudencia, sino también la capacidad de autocrítica necesaria para aprender y mejorar.

Está claro que afirmaciones como "no eres bueno en nada" acaban con la autoestima de cualquiera y no aportan nada positivo, pero la capacidad de aceptar las limitaciones propias y los errores cometidos nos dan la posibilidad de seguir aprendiendo.

Como en el cuento zen, sólo si vaciamos nuestra taza podemos verter conocimiento nuevo porque, si está llena, cualquier cosa nueva rebosará y no tendrá cabida.

Me debo estar haciendo mayor porque cada día soy más consciente de que "sólo sé que no sé nada" y lejos de preocuparme, me parece una buena oportunidad para aprender. Aunque no voy a negar que soy muy cabezota y que me cuesta aceptar las ideas y sugerencias de los demás, poco a poco voy aprendiendo que tengo mucho que aprender y, aunque sólo sea de vez en cuando, ejerzo la humildad que me permite reconocer que quizás otros lo hagan mejor que yo y que puedo aprender de ellos.

 

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