Emociones autoconscientes: la culpa, la vergüenza y el orgullo.

La culpa, la vergüenza y el orgullo son reacciones emocionales que tienen como antecedente algún tipo de juicio -positivo o negativo- de la persona sobre sus propias acciones.

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Nuria Fernández López

Cuando hablamos de emociones autoconscientes normalmente nos estamos refiriendo a la culpa, la vergüenza y el orgullo. El denominador común es que estas reacciones emocionales implican algún tipo de juicio de la persona sobre sus propias acciones.

Estas tres emociones suelen comentarse poco ya que no  se presten a la observación directa tan bien como las emociones básicas,  ira,  alegría,  tristeza o asco. El  elemento esencial de estas emociones es su carácter autoevaluativo.

Las emociones autoconscientes comparten los siguientes rasgos:

  • Son emociones secundarias ya que surgen como resultado de diversas transformaciones de otras emociones más básicas.
  • Son emociones complejas porque requieren el desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas -desarrollo de la noción del yo o autoconciencia.
  • Son emociones sociales, surgen en contextos interpersonales.
  • Son fruto de la interiorización de los valores y normas de la cultura  y sus criterios acerca de lo que es correcto e incorrecto en la forma de comportarse. Juegan un papel fundamental como elementos motivadores y controladores de la conducta moral.

No obstante,  a pesar de lo común,  son emociones bien diferenciadas.

La vergüenza, surge  cuando se da una evaluación negativa del uno mismo, provoca el deseo de esconderse, de desaparecer,  el típico "tierra trágame". Se manifiesta en una especie de encogimiento del cuerpo. Se produce en situaciones en las que hay un sentido de exposición. La persona queda expuesta al juicio de otros.

La culpa, por su parte, surge  de una evaluación negativa más específica, referida a una acción concreta, tiene que ver la valoración del impacto del propio comportamiento en otro. Es fruto de una evaluación más interna. Se produce en situaciones en las que la persona comete una falta que supone un daño para una tercera, o situaciones en las que la persona contravienen su propio sentido de lo que debe ser, su propio código ético y moral.

En nuestra cultura, la vergüenza en comparación con la culpa, depende más del juicio negativo de los demás, que del juicio negativo del propio sujeto.

En la  vergüenza se provoca el deseo de escapar de la situación, de desaparecer mientras que en la culpa la persona se mantiene ligada a la situación interpersonal.

La vergüenza es una emoción que surge de la desaprobación de los demás y requiere la presencia de los otros, mientras que la culpa es una emoción privada, que surge de la propia desaprobación y no requiere de observadores externos.

Una y otra emoción son suscitadas por distintos tipos de transgresiones o fallos, en el caso de la culpa se transgreden ciertas normas o reglas, y en el caso de la vergüenza no se alcanzan ciertos estándares o metas. La vergüenza se asocia al fracaso en el logro de las metas, la culpa se asocia a la transgresión de normas.

El orgullo, por el contrario, es una emoción que frente a la culpa y la vergüenza está provocada por una autoevaluación positiva. Surge  como consecuencia de la evaluación positiva de una acción propia, surge cuando la persona valora positivamente su conducta en relación con unos estándares, unas normas o unas metas. Provoca un estado positivo, placentero. Conlleva  una tendencia a la reproducción de las acciones que lo suscitan. A veces puede asociarse al narcisismo. Al ser una experiencia emocional altamente reforzante, va a favorecer futuras conductas similares, además de fortalecer la propia autoestima.

Aunque fácil de describir, el mundo de las emociones es altamente complicado y está sujeto a múltiples variables e interacciones, es por ello que como determinante del comportamiento humano es fundamental su estudio y entendimiento ya que es el sustrato de la esencia de nuestra conducta.

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