El café pendiente

Todos tenemos capacidad y posibilidad de ayudar a los que nos rodean. Pequeños gestos hacen grandes cambios.

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Nuria Fernández López

 

 

Esta es una de esas historias que te llegan a través de internet, así que es probable que a alguno de vosotros también os haya llegado. No sé cuánto de cierta será, o si simplemente es un cuento o una leyenda urbana. Sin embargo me ha parecido una buena historia, cierta o no, para mostrar que cuándo alguien uno o muchos, tienen voluntad de hacer algo, y mejorar la vida de sus semejantes, hay formas simples  y al alcance de todos para conseguirlo.

"Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas.

- Piden cinco cafés. Dos son para nosotros y tres "pendientes".

Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van. Pregunto:

- ¿Cuáles son esos "cafés pendientes"?

Me dicen:

- Espera y verás.

Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés - pagan normalmente. Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:

- Tres son para nosotros, y cuatro "pendientes".

Pagan por siete, se toman los tres y se marchan. Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja:

- ¿Tienen algún "café pendiente"?

Este tipo de caridad, por primera vez apareció en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no sólo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha salido de las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo.

A raíz de una historia así surgen preguntas y reflexiones de distinta naturaleza. Yo no dejo de preguntarme si en un país como el nuestro con la conciencia de ayuda, colaboración y solidaridad que tenemos, ¿sería posible?.

Por otro lado, también me pregunto, si habiendo voluntarios que dejaran "su café pendiente", si habría muchos hosteleros que por una cuestión de imagen estaría dispuestos a abrir sus puestas a personas pobres, indigentes, etc. ¿cómo reaccionarían  el resto de clientes?. Todos somos muy comprensivos y comprometidos hasta que nos toca de verdad demostrado, ahí las cosas cambian. Hay montones de ejemplos que nos llegan a través de los medios de comunicación de rechazos vecinales de distintos tipos de iniciativas de integración. No habría quien dijera: "la iniciativa de un café pendiente está muy bien, pero mejor en uno distinto al que yo tomo el café cada mañana".

Por otro lado, está el asunto de la picaresca,  no habría tal vez quien se quedara el dinero de los cafés pendientes,  ya sabemos que el dinero fácil es una gran tentación.

Lo que está claro es que cualquier iniciativa solidaria ha de romper muchas barreras, prejuicios, conciencias y acomodaciones, y ha de asentarse sobre valores y principios realmente sólidos,  a pesar de ello, la gran enseñanza para mí, es que hay gestos tan simples de realizar como este, que pueden ser de gran ayuda para nuestros semejantes.

 

 

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