Un perro viejo siempre es capaz de aprender nuevos trucos

Nuestro cerebro tiene la capacidad de crear nuevas conexiones tenga la edad que tenga. Por eso siempre podemos seguir desarrollando nuestra creatividad.

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Patricia Lanza

 

El dicho reza: "Perro viejo no aprende trucos nuevos". No hay nada más falso que eso. Yo, que he tenido varios perros viejos puedo certificar que aprenden hasta el mismo día de su muerte. Pero como no soy nadie para que se me crea así sin más, prefiero acudir a científicos e investigadores de prestigio que puedan apoyar esto con datos objetivos.

Estanislao Bachrach es un biólogo molecular argentino que dejó de impartir clases en la Universidad de Harvard para convertirse en experto y profesor de Liderazgo e Innovación en la Universidad Torcuato Di Tella. Después de analizar cómo funcionaban empresas consideradas líderes en creatividad (como Apple, Amazon, Starbucks o Nike) llegó a la conclusión de que sus trabajadores no eran más creativos que los demás, sino que se les permitía serlo. Es decir, no habían nacido creativos, sino que habían desarrollado su creatividad.

Los hallazgos de Bachrach parten de la plasticidad neuronal del cerebro. El cerebro es un único órgano del cuerpo que no sólo no se desgasta con el uso, sino que, por el contrario, cuando más se usa más se desarrolla.

Las conclusiones de Bachrach se basan en la teoría de la memoria inteligente desarrollada por el premio Nobel de Medicina de 2000, Eric Kandel, que postula que las ideas que tenemos surgen de la combinación de lo que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida: historias, conocimientos, experiencias... Cuando eso que hemos ido atesorando se conecta y combina aleatoriamente, surge una nueva idea. Por lo tanto, la creatividad no consiste en crear algo nuevo, inexistente previamente, sino en asociar eficazmente cosas que ya existían de un modo distinto.

Esto ocurre de forma no consciente y cuanto más tranquilos y relajados estemos, más fácilmente surgirán esas conexiones (esto se ha demostrado científicamente en distintos estudios realizados con meditadores expertos). Por lo tanto, es en momentos de paz y tranquilidad cuando más creativos podemos ser. Pero debe ser una relajación atenta. Es decir, no se trata de buscar un estado de relax que nos lleve a desconectar de todo hasta dormirnos, sino de encontrar el punto óptimo en el que nuestro cerebro tiene suficiente activación para funcionar correctamente y no tanta como para sentirse desbordado.

Eso es lo complejo. Y para Bachrach es uno de los grandes retos de un jefe que pretende tener un equipo creativo: ser capaz de sacar lo mejor de cada uno de sus colaboradores encontrando el punto óptimo de presión-relajación en cada uno de ellos. En ese punto, las personas estarán en disposición de que su cerebro genere conexiones nuevas, es decir, será el momento en que resulten más creativas.

Pero para esto es necesario salir de la zona de confort. Y es que el cerebro es un órgano comodón por excelencia. Trata por todos los medios de reducir su carga de trabajo, ahorrando toda la energía posible. Tanto es así que el 95% de nuestros pensamientos de hoy son los de ayer y serán los mismos de mañana. Aunque parezca exagerado, así es. Y si no te lo crees, analiza qué pensamientos se te han cruzado por la mente hoy: ¿has estado preocupándote por algo distinto a lo que te preocupó ayer?, ¿sobre qué ha versado tu diálogo interno: algo nuevo o sobre las mismas cosas, personas, tareas, emociones... de los últimos días? No, seguramente no hay muchas diferencias entre tus pensamientos de hoy y de los de ayer. Presta atención hoy y mañana y lo podrás comprobar.

Somos animales de costumbres hasta cuando pensamos. Por este motivo es necesario hacer un esfuerzo para pensar de otro modo. Como dice la famosa frase: "La vida empieza donde finaliza la zona de confort". Porque el cambio nunca es sencillo y requiere asumir riesgos y aceptar la incertidumbre, pero una vez que lo logramos, se abre ante nosotros un universo de posibilidades que nos pueden hacer la vida más fácil y agradable.

Así que una vez nos decidimos a hacer algo distinto, estamos fomentando la creatividad. Porque según Bachrach, los enemigos de la creatividad son tu experiencia, tu cultura y tu certeza. Todo eso sobre lo que se asienta un pensamiento ya establecido que no necesita cambiar porque le vale con las soluciones ya encontradas. En definitiva, un cerebro acomodado.

 

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