Un verdadero ejemplo de actitud positiva

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Patricia Lanza

 

Tan indudable es el auge de la Psicología positiva y de muchas otras corrientes que nos empujan a poner en marcha métodos para buscar la felicidad, como el de muchas personas que piensan que este objetivo es una utopía que sólo nos lleva a la frustración. La famosa máxima de "ser feliz es una actitud" choca de frente con las creencias de mucha gente que opina que más que una actitud es una fantasía.

Por eso, cuando se encuentra un ejemplo claro de actitud positiva frente a las adversidades la mayoría, le guste o no, siente una gran simpatía hacia esa persona. Y, del mismo modo, cuando ese ejemplo se nos va, nos inunda una gran tristeza. Se nos ha ido no sólo el ejemplo, sino también ese rayito de esperanza que nos brindaba la ilusión de llegar un día a ser iguales.

Ese ejemplo era María de Villota. Para quien no sepa quién es, diré que María era un ejemplo de superación no sólo por haber conseguido ser probadora de fórmula 1 (algo que no logran más de 20 ó 30 personas en el mundo por temporada), sino por haberlo logrado siendo mujer, en un mundo eminentemente de hombres.

Pero esa sería sólo una de las barreras que María derribó. El año pasado María se enfrentó a la más dura de todas. Durante unos entrenamientos sufrió un accidente que le ocasionó daños muy graves en la cabeza. Tanto fue así que perdió el ojo derecho. Obviamente, este suceso truncó su carrera como piloto y su sueño de triunfar en la fórmula 1 se esfumó.

Pero como ella mismo dijo, esto sólo fue el final de una etapa. Tras el shock inicial, María fue capaz de recomponerse y emprender nuevos proyectos, siempre con una sonrisa en la cara y un parche en el ojo a juego con su vestimenta. Lo que para la mayoría de nosotros hubiera sido el principio de una pesadilla, para ella fue la oportunidad de comenzar de nuevo.

Fue, en ese momento, cuando María demostró ser una mujer excepcional. Difícilmente podemos encontrar un mejor ejemplo de actitud positiva. Una demostración para todos los escépticos de que sí es posible enfrentarse a la adversidad con una sonrisa. María dijo haber "vuelto a nacer" y "ver ahora todo con más claridad". Definió sus prioridades y dio gracias por estar viva. Decidió vivir con alegría e intensidad el regalo de la vida. Así tituló el libro que iba presentar la víspera de su muerte: "La vida es un regalo".

A muchos nos impactó la noticia de su muerte el viernes pasado. No tanto por inesperada y prematura, como porque María era una de esas personas que, sin conocerla, te llega al corazón. Te proporciona esperanza y te sirve de ejemplo a seguir. Y cuando se va, sin saber muy bien cómo ni por qué, te deja el alma encogida.

Está claro que María era de una pasta especial y, quizás sea cierto que para muchos de nosotros esta actitud sea sólo una utopía, pero siempre nos quedará el ejemplo que ella nos dejó. Por eso, qué mejor que una de sus columnas en la revista "Yo Donna" (en la que escribía como colaboradora después de su accidente) para recordarla. Recomiendo leerlas. No creo que se pueda encontrar mejor ejemplo de actitud positiva. 

 

Él no es la primera persona que me dice que me ve feliz, «incluso con más luz que antes», decía. A pesar de toda la oscuridad que he pasado, me pregunta cuál es la razón, el secreto, la fuerza para superar aquella tempestad. Intento meditar para darle una respuesta concreta, un soplo de aire, un alivio, un empujón, ya que últimamente, a este amigo mío, le cuesta remontar. Pongo un papel en blanco y cojo un lápiz. Las primeras palabras que escribo son: Rodrigo, familia, amigos. Ellos han sido, sin duda, la red que me ha soportado para no dejarme caer. Aquel día que cambió mi vida, en el hospital, sentí profundamente que todo lo que deseaba estaba entre esas cuatro paredes, y que no necesitaba más.

Pero si tuviese que poner mis armas, los gatillos que han disparado mi alivio en momentos tremendos, otros tres términos salen de mi lápiz casi sin pensar: humor, pasión y esperanza. Hay cosas que duelen tanto que solo las puedes expulsar con una carcajada, para aliviar el dolor en el pecho. Mi sonrisa, mis amigos, se han convertido en mi mejor aliado ante la vida. La pasión y el amor son un modo de vida. Es hacer las cosas con detalle, con mimo, con ilusión. Hacerlo despacito, mirar a los ojos y valorar cada momento como si fuera único, porque lo es, irrepetible. Y la esperanza. Como decía Antonio Machado, «hoy es siempre todavía», y yo soy de las que pienso que lo mejor está por venir. Pero no puedo daros mi fórmula de la felicidad sin el último elemento. Mi hallazgo más reciente. 


Ahora que todo ha cambiado y ya no soy la de esa vida, ahora que sé que soy muy pequeña y solo formo parte de un todo, creo que es entonces cuando esta fórmula cobra su sentido. Y no es otro que sentirte útil para quien te necesita, sí, te necesita tanto que con un poquito de tiempo que le dediques te hace sentir inmensa. No soy ejemplo, ni heroína, solo pienso que si buscas ese espacio para otros, corres el riesgo de encontrarte, con sosiego, contigo mismo.


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