La reserva cognitiva explica por qué un mismo daño o patología cerebral puede presentar manifestaciones clínicas distintas en diferentes personas.
Hoy me gustaría trasladaros unas breves reflexiones acerca de un interesante constructo neuropsicológico en el que hace más de una década la neurociencia viene trabajando: la reserva cognitiva. La reserva cognitiva es un constructo neuropsicológico que se refiere a la habilidad de tolerar los cambios en las estructuras cerebrales relacionados con la edad o una patología dada, sin presentar síntomas clínicos. Es la capacidad que posee la persona para afrontar severos daños cerebrales conservando sus capacidades funcionales preservadas, es decir clínicamente libre de signos de deterioro cognitivo.
Existen numerosos casos reportados de estudios post-mortem a individuos que, en la autopsia, mostraron una atrofia cerebral de media a moderada pero sin haber presentado síntomas clínicos en vida. La presencia de individuos con niveles importantes de atrofia cerebral pero con un nivel de funcionamiento cognitivo mejor a lo esperado para este nivel de patología es lo que ha hecho a los investigadores en neurociencia desarrollar el concepto de Reserva cognitiva. (wikipedia)
En un estudio llevado a cabo con 678 monjas del Convento de Notre Dame, en Mankato, Minnesota, un grupo de mujeres particularmente longevas y lúcidas, el científico David Snowdon, evaluó el rendimiento cognitivo de las hermanas y analizó sus cerebros post-mortem. Sus hallazgos fueron sorprendentes. En los cerebros de muchas de estas mujeres aparecían los signos patológicos típicos de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, esas mismas mujeres habían mostrado una lucidez en los últimos años de su vida aparentemente incompatible con los síntomas que asociamos a esta enfermedad.
Una vida llena de experiencias y estimulación intelectual parece ser la clave de esta diferenciación. Gracias a la plasticidad, el cerebro, es capaz de cambiar y modificarse incluso en la vejez. En el caso de las hermanas de Notre Dame, su labor docente, un estilo de vida activo y hábitos saludables parecían ser una combinación poderosísima contra la amenaza del alzhéimer.as mujeres aparecían los signos patológicos típicos de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, esas mismas mujeres habían mostrado una lucidez en los últimos años de su vida aparentemente incompatible con los síntomas que asociamos a esta enfermedad.
Los hallazgos científicos de los últimos tiempos nos dicen que en la madurez también se generan nuevas neuronas y se establecen nuevas conexiones entre ellas. Esta es la base del aprendizaje.
La pregunta es: ¿Cómo se consigue una mayor reserva cognitiva? Pues lo que la mayoría de los estudios parecen indicar es que entrenando nuestras funciones cognitivas, a través de programas específicos o usando estrategias como la organización y asociación de la información, el empleo de listas o el uso de agendas son algunas opciones para mejorar nuestro cerebro y con ello nuestra capacidad para mantener nuestra mente sana y en forma. Es importante destacar que la reserva cognitiva se acumula durante todo el período vital, no únicamente en las primeras décadas de vida. De ahí la importancia de mantenernos intelectualmente activos siempre.