Existe en la actualidad una incipiente tendencia a diseñar el software aplicando cada vez más inteligencia en lo que tiene que ver con la comunicación e interacción con el usuario, siendo su objetivo final básicamente el de humanizar la tecnología un poco más. Esta tendencia se ha ido incrementado exponencialmente los últimos años con las aplicaciones para móviles y tabletas, haciendo que estas sean las plataformas que ahora lleven la mayor ventaja en cuanto a su velocidad de evolución.
Un buen ejemplo de todo esto resultan ser los asistentes virtuales, que combinan la información de internet con lógica muy compleja basada en simulaciones de inteligencia artificial. Sistemas como Siri, Google Now o Cortana establecen un nuevo nivel en cuanto a interacción entre las personas y el software. Aunque estas tecnologías, a pesar de su sofisticación están aún en fases muy iniciales de desarrollo, tienen el potencial para cambiar a la sociedad y a la forma en la que las personas se relacionan entre sí.
Es interesante pensar que estos asistentes virtuales no son siempre una herramienta de gestión de información. En realidad pasan a ser algo distinto simplemente al pedirles que pongan música, muestren un video divertido o cuenten un chiste. Estas acciones que en principio no parecen tener mucha relevancia, implican que el sistema ya no es una simple herramienta de gestión de datos inteligente, sino que se transforma en un software que permite cambiar nuestro estado de ánimo a voluntad.
Basados en esta idea, desde hace un tiempo en Davinchi hemos estado explorando las maneras en las que los sistemas pudieran ayudar a las personas en su vida diaria, ya no como herramientas de información, sino como algo mucho más personal: herramientas que ayuden a las personas a manejar mejor su estado de ánimo y a dirigirlo para mejorar su calidad de vida.
Lo que en principio parecería algo muy difícil de realizar, finalmente hemos comenzado a lograrlo utilizando una técnica llamada inducción de estados mentales. Este método se aplica en ciertas terapias desde hace algunos años y utiliza sonidos matemáticamente generados para poner a la mente en un amplio espectro de estados que van desde el sueño profundo hasta el máximo nivel de concentración.
El cerebro humano es un órgano electroquímico. La electricidad que fluye entre las neuronas provoca campos electromagnéticos de manera análoga a la que lo hace un móvil. Durante el día nuestros cerebros funcionan en distintos modos o estados y la frecuencia de esos campos eléctricos va cambiando. Son en definitiva estas variaciones las que definen a cada uno de los estados mentales. Por ejemplo, cuando estamos dormidos o próximos a estarlo, el cerebro funciona a frecuencias muy bajas, mientras que si estamos en una situación de estrés, lo hace a frecuencias muy elevadas.
Estos modos de funcionamiento del cerebro se dan de manera natural pero también pueden inducirse desde el exterior a partir de la estimulación de los sentidos, y es en esto último en lo que nuestra tecnología se aplica utilizando la audición.
Actualmente ya hemos empezado a orientar el potencial de estas técnicas en desarrollos concretos que tendrán a la formación como eje central, combinando también otras tecnologías como el reconocimiento de gestos y expresiones corporales para adaptar las inducciones de estados mentales al estado de ánimo del usuario en cada momento.
La inclusión de la emocionalidad dentro de los sistemas informáticos abre un sinfín de posibilidades en infinidad de campos y permitirá potenciar aspectos de la vida diaria que hasta hace poco eran terreno de la ciencia ficción.
Éste es el camino por el que hemos apostado y que nos encantaría compartir con vosotros en el futuro inmediato, un futuro del que también nos gustaría que formaran parte. ¿Nos acompañas?