Existe una realidad oculta entre tanta cantidad de información que recibimos día a día sobre avances científicos y tecnológicos, y se trata ni más ni menos de que contando unas pocas excepciones, no hay ni avances ni descubrimientos científicos realmente de relevancia desde hace varias décadas.
Podría parecer ridículo, pero la supuesta revolución tecnológica que estamos viviendo se basa en el desarrollo de conceptos que fueron concebidos la mayoría de ellos en el último siglo y hasta los años ochenta. A decir verdad, nuestro nivel de evolución técnica y científica actual deja mucho que desear.
Si tomamos en cuenta que la sociedad como la percibimos comenzó con el inicio de la revolución industrial, desde entonces el nivel de avance ha sido muy pobre y siempre ha estado concentrado alrededor de los períodos de mayor actividad bélica en los últimos dos siglos.
La clave de esto es la carencia de ideas geniales y de creatividad real en estos tiempos. En otras palabras, el mundo necesita de más gente visionaria, que pueda sentirse libre para crear y para convertir eso en realidad. Gente que revolucione el pensamiento y se atreva a reinventarlo todo. Y esto va mucho más allá del mero ámbito científico y académico... porque como bien dijo Albert Einstein, la imaginación es más importante que el conocimiento.
En el caso de la tecnología informática, existe un enunciado llamado Ley de Moore, un concepto creado por el cofundador de la compañía Intel, que en los años sesenta vaticinó que los ordenadores duplicarían su capacidad de procesamiento cada dos años. La realidad hasta ahora es que esa predicción no se está cumpliendo, aunque en algunos momentos estuvo más cerca y en otros más lejos de ser alcanzada.
Las razones son muchas, desde decisiones estratégicas con las compañías de software, razones comerciales, hasta cuestiones políticas y obviamente técnicas. Esto ha llevado a que por más sofisticados que nos parezcan nuestros ordenadores actuales, el conjunto de órdenes básicas del núcleo sigue siendo el mismo que se desarrolló para el primer PC de IBM a principios de los ochenta.
En el caso de los móviles y las tabletas, el procesador que se utiliza, aun a pesar de todas las cosas que podemos hacer con ellos, es mucho menos potente que el de un ordenador estándar. Y en cuanto a la arquitectura de su núcleo es la misma que fue desarrollada por la empresa Acorn Computers en 1987.
Quizás aún más ridículo resulte considerar que el hombre llegó a la luna en 1969 a bordo de una cápsula espacial controlada por un ordenador con 74 Kb de almacenamiento y 4kb de memoria RAM. Algo así como la capacidad para almacenar un par de imágenes de perfil de whatsapp y la memoria para almacenar el 90% del texto de este post. Hoy en día contamos con millones de veces esa capacidad de procesamiento de información ¿y para que la usamos? ¿Es necesaria tanta potencia para lo que normalmente hacemos o de verdad necesitamos tanto porque el 99% de la capacidad es consumida por la propia aplicación o sistema que estamos utilizando?
Desde hace varias décadas la ciencia y tecnología humana están evolucionando simplemente añadiendo mejoras a las versiones anteriores de las cosas y combinándolas entre ellas para formar otras cosas. Y eso tiene tres elementos principales:
1) Se mantiene intocable ya sea el núcleo, la definición teórica de algo, el concepto original, la idea creativa surgida de la nada en algún momento del pasado.
2) Se agregan capas de conocimiento adicional sobre la versión anterior para crear una nueva... capa sobre capa igual que la forma interna de una cebolla.
3) Las capas que se agregan tienden a agregar funcionalidad adicional, pero no cambian la esencia. La tecnología se hace más pesada, más compleja y energéticamente menos eficiente.
Ejemplos los hay de sobra y en todos los ámbitos, ¿quién podría negar sino que hoy en día hay mucha gente que hace básicamente lo mismo con su ordenador actual, móvil o tableta que lo que hacía hace unos años con ordenadores muchísimo menos potentes? En otras palabras, podremos manejar ahora muchos más dispositivos que antes, las pantallas podrán ser táctiles y verse mucho más bonitas, podrán haber muchas más opciones y funcionalidades que aprovechen el estar siempre conectados, pero el común de la gente sigue escribiendo de igual manera sus documentos en Microsoft Word que como lo hacía en 1993. Como era de esperarse, el concepto, la idea del procesador del texto y la hoja de cálculo se desarrolló en los años setenta y sigue inalterada hasta ahora.
Algunos podrán decir que no existe forma posible de mejorar ese concepto, ni tampoco tiene sentido hacerlo... pero la base para mejorar lo supuestamente inmejorable, la base para la evolución real del conocimiento es la creatividad e imaginación real de la que carecen estos tiempos. Quizás lo más curioso sea que no se trate de un capricho, ya que la propia naturaleza se lo está exigiendo al hombre en estos momentos para solucionar algo como el cambio climático que produjo por culpa del abuso del no reinventarse a tiempo.
A partir de estas ideas, desde Davinchi nos hemos propuesto darnos el espacio para imaginar soluciones y aplicaciones nuevas partiendo de cero. Algunas de esas cosas ya son realidad, como la gestión de documentos basados en redes, y otras muchas están por venir en los próximos meses de la mano de la tecnología Kinect 2 de la cual os hablaremos muy pronto.
Hasta el próximo post.