Conciencia plena

Leía esta semana a cerca de un concepto que me ha resultado interesante y familiar a la vez. La evitación experiencial.

La evitación experiencial plantea la paradoja de que la mayor parte de nuestro sufrimiento psicológico procede de nuestro intento por evitar el sufrimiento psicológico. Es en realidad lo que hacemos para evitar el sufrimiento y el dolor la causa fundamental de nuestros problemas y dificultades.

La evitación experiencial no es otra cosa que todo aquello que hacemos para intentar bloquear, evitar o  negar cualquier modo de incomodidad y disgusto.

Es obvio que si se nos dan a elegir entre sentirnos bien o mal, todos elegiríamos aquello que nos hace sentir mejor, la cuestión es que muchas de las cosas que a corto plazo nos hacen sentir bien, a medio y largo se convierten en verdaderos inconvenientes, por no decir problemas reales.

Todos y cada uno solemos buscarnos nuestras estrategias personales para evitar incomodidades y evitar aquellos que nos resulta molesto. En muchos casos es algo más que molestia, es auténtica ansiedad, tensión, pánico escénico...

Alguien con miedo a volar es capaz de pasar un montón de horas en un tren con tal de evitar el subirse a un avión. Esta evitación experiencial no hace más que agrandar su miedo.

Si bien en un tratado clásico de psicología comportamental la intervención iría dirigida a afrontar nuestro miedo, bloqueando la evitación y llevando a la práctica el comportamiento temido.

La teoría de la plena conciencia plantea la aceptación y el "estar" con cualquier cosa que esté ocurriendo sin hacer nada para evitar o escapar. Su fórmula es prestar atención a las cosas, tal y cómo son, y no a cómo queremos que sean. En lugar de tratar que se vaya la incomodidad se busca intentar aumentar la capacidad para tolerarla.

Nuestra capacidad para soportar o tolerar es bastante variable.

Imaginemos los siguientes escenarios (del libro "La solución Mindfullnes")

Imaginemos que estamos resfriados, llevamos varias noches sin dormir. Nos levantamos con dolor de cabeza,  cansados  y nos preparamos para ir al trabajo, está lloviendo y nos espera un día largo, llevamos retraso. Al volante del coche notamos algo raro, y nos damos cuenta de que hemos pinchado una rueda... nuestra mente grita ¡ya no aguanto más!

Imaginemos ahora la siguiente situación. Llevamos tiempo sintiéndonos bien, nos hemos despertado con la cabeza fresca, tenemos por delante una jornada de trabajo relativamente positiva, vamos bien de tiempo. Al volante del coche alguien se salta un semáforo  y choca con nosotros, no hay heridos y nos disponemos a iniciar el papeleo con el otro conductor.

Si bien en el primero caso aunque la intensidad de la dificultad es baja, el mal estar que genera es alto y la percepción de la capacidad para resolverla es limitada, sin embargo en el escenario segundo la intensidad de la dificultad es alta pero la percepción de la capacidad para resolverla es mucho más elevada.

Esto dos casuísticas reflejan la paradoja de nuestra capacidad para soportar o tolerar un situación, y como puede evidenciarse es bastante variable dependiendo de nuestra percepción de la situación.

La evitación experiencial viene a ser la lucha personal que cada uno batallamos contra aquello que nos produce mal estar,  buscando en la evitación el remedio.  Desde la teoría de la plena conciencia, no se trabaja en el afrontamiento, sino en la aceptación y la convivencia pacífica con todo aquello que nos provoca ese sufrimiento. No se trata de buscar caminos que mitiguen, disfracen o incluso eliminen el dolor, sino de aprender a tomar conciencia de todo lo que nos ocurre, con una mirada y actitud que pasa de la lucha y la negación para reposar en la observación y la aceptación. La negación de los acontecimientos y hechos que nos toca vivir suele ser una losa pesada de llevar, cuando trascendemos este momento y dejamos de luchar para pasar a aceptar y reconocer, el peso se vuelve mucho más ligero y fácil de llevar.