Hasta los menos entusiastas del deporte sabrán que durante los últimos 7 años la selección española de fútbol ha obtenido los mayores logros de su historia, obteniendo de manera consecutiva un título de campeón europeo, un título de campeón mundial y de nuevo el título de campeón europeo.
A la hora de afrontar un nuevo campeonato mundial en Brasil durante el pasado verano, ni los resultados ni el juego del equipo llegaron a los niveles esperados, y a la hora de buscar responsabilidades casi todos los dedos señalaron hacia el mismo lugar: el seleccionador Vicente del Bosque.
Cuando tiempo después del Bosque fue preguntado por todo esto en una rueda prensa, admitió que era necesario liderar un cambio. La prensa, ávida en muchas ocasiones de buscar un culpable, quiso particularizar el momento del cambio sobre la figura de Iker Casillas, el capitán y portero titular, que no había tenido una gran actuación durante el torneo, y le preguntó si era el momento de apostar por un nuevo portero.
Del Bosque dijo que no deseaba establecer diferencias con el resto del equipo, deseaba realizar una "transición dulce" donde tanto el nuevo portero como el actual pudieran seguir jugando partidos, así el nuevo portero tendría tiempo de irse familiarizando con el puesto.
El concepto de "transición dulce" que propone Vicente del Bosque puede ser perfectamente extrapolable a otras realidades, como los grupos de trabajo de alto rendimiento dónde frecuentemente estos se pueden ver sacudidos por cambios estructurales, nuevas necesidades del mercado o imprevistos que pueden dar al traste con el éxito de un proyecto que hasta ahora siempre había cumplido con sus objetivos.
- Realizar un análisis de la situación: el primer paso parece claro, revisar el histórico del proyecto y tratar de descubrir cuáles han sido las causas que han provocado el cambio de éxito a fracaso. Se aprende más de lo malo que de lo bueno, pero no por ello debemos dejar de aprender de las formulas exitosas, no para realizar un calco exacto, sino para evaluar porque funcionaba en un contexto anterior, con el objetivo de aplicar los correspondientes cambios y adaptarlo a la realidad actual.
- Evaluar los pros y los contras: antes de tomar decisiones debemos tener claro en qué aspectos deseamos incidir, ya que a la hora de realizar cambios, no todas las decisiones son blancas o negras. Tomando el ejemplo del fútbol, puede darse el caso de que nos planteemos si continuar convocando o no a un jugador veterano cuyas facultades físicas están en declive, pero que por contra ejercer su liderazgo dentro del vestuario creando un gran efecto de motivación entre sus compañeros.
- Liderar el cambio: alguien debe ser el responsable de guiar al resto del equipo en la consecución de sus objetivos. ¿Por quién apostaremos? ¿Alguien muy experto que conozca la evolución del negocio? ¿Alguien diferente con ideas más arriesgadas y frescas?
- Toma de decisiones: hay que ser conscientes de cuáles son los puntos fuertes de nuestro equipo y cuáles son los aspectos a mejorar, y ser a la vez realistas, los puntos débiles se pueden ir mejorando, pero precisan de tiempo. Así que si la vida te da limones a veces es preferible saber que podrás hacer una excelente limonada a intentar convertir los limones en unas naranjas. También debemos recordar que a veces el mejor equipo no es el más fuerte, sino el más compatible entre sus miembros, las fortalezas de alguno de los ellos también puede compensar las debilidades de otros.
- Exposición gradual: una vez tenemos nuestro primer boceto de lo que debería ser nuestro nuevo equipo, debemos ser cautos y no intentar acelerar el proceso, el grupo debe aclimatarse a sus nuevos roles y debe aprender otra vez a funcionar como una sola máquina. Hay que ir paso a paso, empezar con situaciones de bajo riesgo, provocando que los retos sean cada vez más desafiantes hasta llegar al punto de exigencia deseado.
- Seguimiento del proyecto: tras las primeras pruebas debemos analizar el funcionamiento del equipo, ver si los roles de desempeñan correctamente y si los objetivos marcados se van cumpliendo. Tras la revisión se aplicarán los cambios y correcciones que consideremos necesarios.
- Prueba de fuego: llegada la hora de verdad el grupo tendrá que aprender a volar solo y afrontar los retos para los que fue creado. Debe ser capaz de funcionar casi de memoria, para ello, llegados a este punto todos deben tener muy claro cuáles son sus papeles.
- Puesta a punto: para finalizar, no debemos olvidar que cada cierto tiempo deberemos realizar una revisión del proyecto y el equipo, para detectar pequeñas desviaciones y poder corregirlas a tiempo.