Pudiera parecer que las personas que tiene éxito, que sobresalen por encima de la media, que son valoradas por su trabajo de forma positiva, ordenadas, rigurosas, exigentes, meticulosas, son personas satisfechas y seguras de sí mismas.
Sin embargo, esto no es exactamente así, muchas de ellas tienen un tipo de personalidad que les reporta no pocos sufrimientos. Padecen lo que se denomina personalidad anancástica.
¿Y qué es eso de la personalidad anancástica?
Las personas con este tipo de personalidad se caracterizan por su elevado perfeccionismo y la necesidad de control de las situaciones. Un perfeccionismo que va mucho más allá de desear y esforzarse en que las cosas salgan de la mejor manera posible. Hasta cierto punto esto entraría dentro de lo normal. Su perfeccionismo les impone y exige que aquello que llevan a cabo debe ser perfecto, no admiten medias tintas, ni resultados a medias, su nivel de exigencia les lleva siempre a buscar el resultado 10.
El buscar resultados a este nivel les obliga a invertir una gran cantidad de tiempo en realizar algo que otra persona haría en mucho menos tiempo, llegando a posponer o dejar de hacer algo por miedo a no hacerlo perfecto.
Podríamos pensar cuán satisfechos y orgullosos se sentirán cuando consiguen eso que tanto ansían, el problema radica en que la perfección no existe, con lo que su ansia de perfeccionismo les lleva a no estar nunca contentos con los resultados, porque siempre piensan que podrían estar mejor y en consecuencia, esto les produce una ansiedad muy elevada que les hace sufrir y no disfrutar de sus logros. Su principal necesidad es hacer las cosas de manera perfecta lo que les sitúa siempre frente a un abismo de intenso miedo y ansiedad a fracasar o cometer errores.
Estas personas utilizan un pensamiento dicotómico, tienden a ver las cosas como blancas o negras, buenas o malas, correctas o incorrectas. Suelen ser tan rígidas e inflexibles que no se permite término medio. Su filosofía es "O eres perfecto o eres un fracasado" y paradójicamente a lo que podríamos pensar con respecto a la valoración que hacen de sí mismos, como nunca encuentran la perfección, a pesar de sus éxitos, acaban considerándose como "fracasados".
Sienten que disfrutar del ocio y hacer actividades no relacionadas con el trabajo es algo innecesario. Son personas dedicadas exclusivamente a su trabajo. El trabajo es su prioridad. Sus relaciones sociales y de pareja se ven muy deterioradas ya que las actividades de ocio no entran en sus planes y si las llevan a cabo se sienten incómodos y perdiendo el tiempo.
Las relaciones con compañeros de trabajo también son difíciles pues no son capaces de delegar tareas, ni de aceptar una ayuda externa, ya que nadie es lo suficientemente capaz de realizar las cosas con una perspectiva tan perfeccionista como la suya.
Para ayudar a estas personas tendríamos que empezar rebatiendo sus ideas irracionales a cerca del perfeccionismo y el control. El objetivo es que aprendan e interioricen que la perfección es un concepto irreal, no existe y empeñarse en conseguir algo que no existe solo provoca ansiedad y frustración, lo que les hace sufrir, ser agresivos, hostiles, alejarse de su entorno y aislarse emocionalmente.
Han de obligarse a cometer errores. Cometer errores nos lleva a aprender y a evolucionar en cualquier aspecto de nuestra vida. Entender el error como un fracaso es también algo irreal, los errores forman parte natural del aprendizaje.
Otro de los elementos clave para estas personas es que aprendan a dedicar tiempo a disfrutar de las relaciones sociales y de tiempo de ocio quitándose la sensación de pérdida de tiempo cuando dedican tiempo a actividades que no son trabajo.
Como podemos ver, lo que un principio podría llevarnos a pensar en una situación idílica resulta que tiene un trasfondo que a pesar de los éxitos alcanzados y el reconocimiento externo, supone más sufrimiento, coste personal, frustración y miedo, que satisfacción y bienestar.