Definir las cualidades de un buen líder no es tan simple como parece. Una gran opción para hacerlo pueden ser las parábolas.
¿Qué es el liderazgo? ¿Qué hay que tener (o evitar) para ser un buen líder? ¿Cómo influye el líder en el equipo? ¿Hasta qué punto el éxito de un equipo o empresa tiene que ver con las cualidades del líder? Un buen equipo con un mal líder, ¿puede tener éxito? ¿Y viceversa?
Esas preguntas y muchas otras no sólo nos las hacemos las personas que trabajamos en recursos humanos. Todos, en algún momento de nuestra vida, nos vemos envueltos en situaciones en las que dependemos de un líder o tenemos que asumir nosotros mismos ese papel. Da igual que sea en el entorno laboral, en la familia, en nuestros ratos de ocio... Sea cual sea la situación, esas dudas y muchas otras surgen inevitablemente.
Por ese motivo, son tantos los estudios que se han llevado a cabo para determinar, analizar, disgregar, investigar, comparar... qué cualidades hacen de una persona ese líder que logra mantener a su equipo cohesionado, implicado, motivado, centrado... para lograr de forma segura y eficaz los objetivos planteados. Y después intentar averiguar si esas cualidades son innatas o se pueden aprender o, al menos, desarrollar. Y, por último pero no menos importante, cómo se pueden adquirir o incrementar esas cualidades.
En uno de esos intentos, W. Chan Kim, profesor de estrategia y Dirección Internacional, y Renée A. Mauborgne, ayudante de Investigación de Dirección y Negocios Internacionales, ambos del Instituto Europeo de Administración de Empresas (INSEAD) de Fontainebleau (Francia), decidieron usar un método un poco distinto a los habituales. En vez de hacer encuestas, investigaciones o crear o revisar estadísticas, se basaron en las parábolas que Kim había escuchado en los templos de Corea durante su juventud. Con estas parábolas, los maestros intentaban transmitir la esencia del liderazgo de una forma más intuitiva, a través de la reflexión, destacando las cualidades de estas personas que les hacía especiales.
En los próximos posts iremos presentando las 5 parábolas que han usado Kim y Mauborgne para ayudarnos a reflexionar sobre estas cualidades básicas de un buen líder.
EL SONIDO DEL BOSQUE
En el siglo III después de Cristo, el rey Ts'ao envió a su hijo, el príncipe T'ai, al templo a estudiar con el gran maestro Pan Ku. Debido a que el príncipe T'ai tenía que suceder a su padre como rey, Pan Ku tenía que enseñar al muchacho los principios fundamentales para ser un buen gobernante.
Cuando el príncipe llegó al templo, el maestro le envió solo al bosque de Min-Li, Al cabo de un año, el príncipe tenía que volver al templo para describir el sonido del bosque. Cuando el príncipe T'ai volvió, Pan Ku le dijo que describiera todo lo que había podido oír.
"Maestro -replicó el príncipe-, pude oír. a los cuclillos cantar, el ruido de las hojas, el zumbido de los colibríes, el chirrido de los grillos, el rumor de la hierba, el zumbido de las abejas y el susurro y el grito del viento".
Cuando el príncipe terminó, el maestro le dijo que volviera al bosque de nuevo para escuchar qué más podía oír. El príncipe se quedó perplejo por la petición del maestro. ¿No había discernido ya todos los sonidos?
Durante días y noches sin fin, el joven príncipe sentado a solas en el bosque escuchaba. Pero no oía más sonidos nuevos. Una mañana, cuando el príncipe estaba sentado en silencio debajo de los árboles empezó a distinguir unos sonidos débiles diferentes de los que siempre había oído. Cuanto con más atención escuchaba, más claros los percibía. Una sensación de esclarecimiento envolvía al muchacho. "Estos deben de ser los sonidos que el maestro deseaba que distinguiera", reflexionó.
Cuando el príncipe T'ai volvió al templo, el maestro le preguntó si había oído algo más. "Maestro -respondió el príncipe reverentemente-cuando escuché con más atención, pude oír lo que no se oye. El sonido de las flores al abrirse, el sonido del sol calentando la tierra y el sonido de la hierba bebiendo el rocío de la mañana".
El maestro asintió con la cabeza aprobando. Oír lo que no se oye -observó Pan Ku-, es una disciplina necesaria para ser un buen gobernante. Pues sólo cuando un gobernante ha aprendido a escuchar atentamente los corazones de las personas, a escuchar sus sentimientos no comunicados, las penas no expresadas y las quejas no proferidas, puede esperar inspirar confianza en su pueblo, comprender cuándo algo está mal y satisfacer las verdaderas necesidades de sus ciudadanos. La muerte de los estados llega cuando los líderes sólo escuchan las palabras superficiales y no entran profundamente en el alma de las personas para oír sus verdaderas opiniones, sentimientos y deseos".
Como podéis ver, las conclusiones están bien claras en la parábola: un buen líder es capaz de detectar las necesidades, inquietudes, miedos, deseos, emociones... que experimentan sus colaboradores sin necesidad de que se lo digan directamente. Porque no siempre éstos pueden o quieren comunicar esos sentimientos, ignorar esas señales puede traer graves consecuencias no sólo para la persona, sino para todo el equipo. Cuando una de las piezas del equipo se resiente, toda la maquinaria falla. Así que un buen líder estará ojo avizor, pendiente del más mínimo indicio en cada uno de los suyos de que algo puede estar fallando antes de que el desajuste se convierta en un daño sin posibilidad de arreglo.