Nos enfrentamos a una travesía sin mapas ni indicios de si estamos yendo en la dirección correcta. Y bajo esas condiciones es fácil perderse, o dar vueltas sin sentido. Pero es lo que hay. Llegamos a esta vida sin manual de instrucciones y tenemos que ir improvisando. Cada paso, cada pequeña decisión supone ir avanzando hacia la incertidumbre. Nunca podemos saber si hubiera sido mejor dirigirnos a hacia otro lugar. Nunca podemos estar seguros de si la decisión tomada ha sido un acierto o hubiera sido mejor hacer otra cosa.
Así que, como grandes aventureros, nos echamos al camino esperando ir en la dirección correcta. Alguna vez las señales nos indican claramente que nos hemos equivocado. No hay duda ninguna: vamos mal. En ese caso, podemos desandar sobre nuestros propios pasos y volver a un punto en el que aún hay retorno. Aprender de esa equivocación nos brinda la oportunidad de ir con paso más firme en la próxima ocasión.
Otras veces el camino no tiene marcha atrás y sólo nos queda la opción de buscar una ruta alternativa, la que menos inconvenientes platee al viaje planeado.
Pero entre tanta incertidumbre podemos encontrar algunos indicios de que quizás el camino que estamos andando o la forma en la que lo estamos recorriendo no sean los adecuados. Veamos algunos de ellos:
- ¿No sabes adónde vas? Dicen que el que no sabe dónde va puede llegar adonde no quiere. No tiene sentido comenzar a andar cuando no sabemos ni dónde queremos ir. Así que lo mínimo antes de comenzar la travesía es marcarnos alguna meta.
- ¿Eres tú quien marca el camino o alguien te dice por dónde ir? Tu camino sólo lo puedes construir tú. Quizás alguien te pueda acompañar en un largo tramo, pero al final, sólo tú das tus pasos. Está bien pedir consejo, pero las decisiones las debes tomar tú. Los objetivos debes platearlos tú. Las metas tienen que ser las tuyas.
- ¿Llevas a alguien a cuestas? No está mal echar una mano a quien te necesite. Pero una cosa es esa y otra muy distinta que sólo vivas por y para otros. Eso, al final tendrá serias consecuencias en tu salud física y mental. Como se suele decir, "la caridad empieza por uno mismo".
- ¿Sólo te dedicas a caminar? Está claro que hay cosas que hay que hacer pero además de las cosas que hay que hacer, es necesario hacer otras sólo porque nos apetece. Dedicarte un tiempo a ti mismo es sano y fundamental para tu bienestar. Por muy apretada que esté tu agenda, busca unos minutos para dedicarlos a algo que te guste.
- ¿Siempre eliges el camino más seguro? Complicarse la vida porque sí no lleva a ningún sitio, pero si siempre se busca la opción más segura es poco probable que también estemos desechando de nuestra vida experiencias y situaciones más gratificantes, algo que nos emocione y que realmente nos haga sentir plenamente la vida.
- ¿Buscas siempre los atajos? Acortar el camino es una buena opción cuando se tiene prisa pero, lamentablemente, hay cosas que llevan su tiempo y tratar de buscar la vía fácil no soluciona nada. El esfuerzo es el precio que muchas veces hay que pagar por cosas que realmente valen la pena.
- ¿Sólo encuentras obstáculos en tu camino? Es difícil avanzar si todo son obstáculos. Aunque a veces es cierto que el camino es complicado, en otros casos puede que esos obstáculos nos los estemos poniendo nosotros mismos. O puede que si ni siquiera sean verdaderos obstáculos, que sólo los estemos percibiendo así.
- ¿Te agotas en cuanto das dos pasos y te sientas? Estar en forma y practicar es el mejor modo de que nuestro cuerpo y mente estén preparados para el camino. Los hábitos de vida saludables son imprescindibles para sentirnos bien y con la fuerza suficiente para enfrentarnos a lo que pueda surgir durante el trayecto.