Todo el mundo necesita un líder, un maestro, una inspiración, algo en que creer cuando nos encontremos con una dificultad, de esas que a priori parecen insalvables.
Ciertas personas tienen la capacidad de tocar esa tecla que hace que nos activemos, que el miedo y la incertidumbre dejen paso a la seguridad, a las ganas de superar nuevos retos.
Echando la vista atrás uno puede pensar es todas aquellas personas que en algún momento supieron servirnos de inspiración, ya sean nuestro padres, profesores o mentores en algún trabajo. Incluso, porque no, gente que no hemos conocido, quizás algún deportista, alguien a quien admirásemos desde la lejanía, o alguno de esos héroes anónimos que con su historia y ejemplo de fuerza y superación han sido valiosos para que lográsemos sobreponernos a las dificultades.
Este cuento es una buena muestra de cómo servir de inspiración:
Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que no sabía lo que le sucedía al otro: no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí. El rey mandó llamar curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave.
Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil.
Publicó por fin un bando entre sus súbditos y a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines. "Traedme al autor de ese milagro", dijo.
En seguida le presentaron a un campesino, el rey, le preguntó sorprendido: "¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?"
Entre feliz e intimidado, el hombrecillo solo explicó: "No fue difícil, Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta de que tenía alas y se largó a volar."
En este nuevo año, que pronto comienza, espero y deseo que todos encontremos nuestra fuente de inspiración o, porque no, que nosotros mismos seamos capaces de ayudar a esa persona que seguramente tenemos a nuestro lado y que necesita que alguien le recuerde que tiene alas y que es capaz de volar.
¡Felices Fiestas a todos, nos leemos el año que viene!