"Quien no es capaz de reírse de sí mismo, está expuesto a que le duela cuando los demás se rían de él" Joker
Aunque es una frase de película, y nunca mejor dicho, no por ello es menos acertada. En este blog, no se nos podrá acusar de no haber dicho una y mil veces, que la manera en la que encajamos las circunstancias vitales, es determinante para nuestra manera de sentir. "El elemento clave casi en cualquier tipo de trastorno psicológico es la evaluación, interpretación o creencia irracional y poco funcional que realiza el sujeto, y su forma de comportarse respecto a ella". Ante una misma situación, podemos ver tantas reacciones como personas existen. Hay gente que se ahoga en un vaso de agua y dramatiza sobre casi cualquier contrariedad, y otros que tienden a la desdramatización de casi todo. Podemos ver al que se tropieza y hace un drama de ello y hasta se vuelve agresivo, y al que encaja el mismo tropiezo con una carcajada.
El humor es una buena manera de "quitar hierro" a los sucesos, quizá la más efectiva. En psicología cognitiva existe una técnica muy relacionada con el sentido del humor que se llama "reducción al absurdo". Es un método lógico de demostración que se utiliza para desmontar aquellas creencias irracionales que muchas personas mantienen a pesar de su falta de racionalidad, y que generaran un sufrimiento y malestar intenso,pero sobre todo inútil.
Aunque hemos en varias ocasiones hablado a cerca de las creencias irracionales, en contraposición a las racionales, podríamos establecer de una forma muy básica que mientras las creencias racionales son probabilísticas, y se expresan fundamentalmente en forma de deseos y gustos ("Me gustaría", "Quisiera", "No me gustaría"), cuando las personas no consiguen lo que desean, los sentimientos de displacer o insatisfacción generados, no impiden el logro de nuevos objetivos o propósitos, es decir, no suponen un bloqueo emocional para la persona. Las ideas irracionales por el contrario, son dogmáticas y absolutas, se expresan en forma de obligación, necesidad o exigencia ("Tengo que", "Estoy obligado a", "Debería de" "Deberían de") y su no consecución provoca emociones negativas que suponen un bloqueo emocional a futuro, tal como depresión, ansiedad, estrés, que generan alteraciones de la conducta.
El uso del sentido del humor resulta muy eficaz para desdramatizar cualquier situación y hacernos ver la falta de lógica en nuestra forma de interpretar y reaccionar, además, facilita la comunicación, promueve la creatividad y la búsqueda de soluciones. Está demostrado que el sentido del humor y la risa son un gran bálsamo frente a las preocupaciones o los problemas, ya que es incompatible con la ansiedad, y en general nos aleja de las emociones negativas, ayudándonos a encarar los problemas con una actitud más sana.
Aunque es cierto que no siempre procede el reírnos, ya que hay momentos en los que la mejor alternativa es mantener la seriedad para no herir a otros, o simplemente porque la situación no despierta esa reacción, o hay emociones negativas que han de ser expresadas.
La técnica de la "reducción al absurdo", consiste en llevar al extremo aquellos pensamientos o creencias irracionales de la persona, para que se dé cuenta de su falta de lógica y de la "absurdez" de empeñarse en perpetuarlos. Es una técnica, que si la utilizamos con alguien, hay que llevarla a cabo con mucha cautela, para no caer en malinterpretaciones, pues puede dar pie a que la persona sienta que la estamos ridiculizando. Pero también es una medicina que podemos autoaplicarnos con relativa sencillez. Basta con que llevemos al absurdo nuestros pensamientos irracionales, cuando nuestra mente se sitúa en modo dramático. La utilización de esta técnica libera de toda la carga emocional que a veces le imprimimos a las situaciones, y nos facilita un afrontamiento mucho más liberador y sano emocionalmente.
"Si encuentras difícil reír por ti mismo, estaré feliz de hacerlo por ti"-Groucho Marx-