Una hora es el tiempo "regalado" que tendremos este próximo domingo, pero ¿cómo nos influyen estos cambios de horario?
"Spain is different", no es solo el eslogan que se ideó en 1960 para acercarnos a esa gran mayoría de países de Europa donde nos seguían considerando un lugar remoto y aislado. Que España es diferente es algo que salta a la vista, sobre todo si comparamos nuestras costumbres con las de nuestros vecinos europeos.
Cuando viajamos nos sigue asombrando lo pronto que almuerzan y cenan en otros lugares. Nosotros lo hacemos más tarde que el resto del mundo, comemos sobre las 15:00 horas, en lugar de una hora más aproximada al mediodía, y rara vez cenamos antes de las 20:00 horas.
Además, si te planteas ver en televisión alguna de las series o programas de moda que comienzan a partir de las 22:30, es bastante probable que tu hora de acostarte pase de la medianoche.
Como en la mayoría de sociedades nuestras costumbres se rigen por las horas de luz del día, el problema es que el horario de la España peninsular no se adecua a su hora solar real, ya que desde 1940 adaptamos nuestro horario al de la mayoría de países europeos, y esto no solo supone un problema en la vida diaria, también lo es en la economía.
En el año 2013, la Universidad de Múnich, realizó un estudio donde se explicaba cómo este desajuste de horario entre el reloj biológico y el impuesto supone un coste aproximado del 1% del PIB.
Son también supuestas razones económicas las que provocan que realicemos el cambio de horario para adaptarnos al invierno, así en la madrugada del sábado 29 al domingo 30 de octubre, al llegar las 3:00 am. volverán a ser las 2:00 am.
La teoría dice que así podremos disponer de una hora extra de luz solar con el correspondiente ahorro energético, el problema es que esto solo sucede en los trabajos con un horario matutino, al llegar a casa por la noche las familias deberán gastar una hora más de luz artificial.
En unos seis meses perderemos esa "hora extra" en favor del retorno al horario de verano. Este doble cambio de hora anual supone para muchos especialistas en psicología una alteración del ritmo biológico, ya que resulta complicado adaptarse de un día para otro a una hora artificial, al ir dos horas por detrás de la que realmente corresponde.
Un informe de Mapfre elaborado por los especialistas en Medicina Familiar y Preventiva, Elisabeth Herrero y Jordi Esquirol, destaca que se pueden producir problemas de salud con un efecto muy similar al del "jet lag": cambios de humor y en el estado de ánimo, nerviosismo, irritabilidad, dolores de cabeza o molestias digestivas.
¿Deberíamos por tanto retomar nuestro antiguo horario y prescindir de los dos cambios horarios anuales? ¿Serviría para ayudarnos en la conciliación de nuestra vida laboral y personal? ¿Se vería beneficiada la economía de estos cambios?
El debate continúa abierto.