Me está mirando raro. Es porque ha entrado en la habitación y me ha encontrado hablando sola. Ahora mismo está pensando: "Madre mía, está como una cabra".
Intento explicar que no se me ha ido la olla, que simplemente estoy pensando en alto, pero su cara me confirma que no se cree una palabra de lo que le digo y que ya está valorando si seré peligrosa.
No es la primera vez que me pasa e intuyo que no será la última. Por lo menos aquí me puedo explicar, aunque no sirva de mucho. Es mucho peor cuando me pasa en el parque con desconocidos.
Así que cuando vi este estudio, me faltó tiempo para salir corriendo a enseñárselo: no sólo no estoy loca, sino que mi cerebro funciona muy bien.
Según el estudio, publicado en la revista Quarterly Journal of Experimental Psychology, llevado a cabo por investigadores de las Universidades de Wisconsin y Pennsylvania, hablar solo en voz alta incrementa las capacidades del cerebro. En este caso, en varias fases y con distintas tareas comprobaron que las personas que hablaban en alto era capaces de encontrar objetos más rápidamente que las que se mantenían en silencio.
Pero este no es el único beneficio de hablar solo. Las charlas contigo mismo también te pueden ayudar a:
- Motivarte: sobre todo en el caso de tareas aburridas, difíciles, cansadas... darte ánimos a ti mismo resulta muy útil para mantenerte centrado en la tarea. Así que la próxima vea que veáis a un deportista, por ejemplo, soltándose una perorata a sí mismo antes de una prueba estad seguros de que le va a ayudar a mejorar sus resultados.
- Reforzarte: está muy bien recibir cumplidos de los demás pero si estos no llegan o, incluso, aunque nos refuercen externamente, decirnos a nosotros mismos que lo hemos hecho bien, nos ayuda. Es habitual que cuando somos pequeños nos refuercen con asiduidad por pequeños logros, pero según vamos creciendo estos cumplidos se van reduciendo drásticamente hasta sólo darse en ocasiones muy concretas. Oírlos en alto, aunque sea de nuestra propia boca, nos ayuda a mejorar nuestra autoestima y motivación.
- Reflexionar: cuando debemos tomar una decisión difícil, hablar en alto favorece aclarar las ideas, evitando respuestas impulsivas. El diálogo que podemos mantener con nosotros mismos nos ayuda a determinar mejores opciones, establecer objetivos, definir prioridades... Básicamente, a tomar decisiones más meditadas.
- Establecer objetivos: hacer una lista nos puede resultar útil para establecer objetivos, pero decirlos en alto nos facilita que estos se recuerden mejor.
- Asentar conocimientos y procedimientos: cuando aprendemos nuevos procedimientos, repetir en alto los pasos a seguir nos mantiene focalizados en la tarea y nos ayuda a procesar mejor la información y, por tanto, a recordar, favoreciendo el proceso de aprendizaje.
Así que si tú eres de los que te sueltas discursos a ti mismo, deja de pensar que estás loco y sigue con ellos.