Según el concepto de post-verdad, algo o alguien que aparenta verdad, es más importante que la auténtica verdad.
La semana pasada me llegó este artículo de José Antonio Marina, que me parece recoge conceptos muy interesantes. José Antonio Marina utiliza el concepto de "síndrome de inmunodeficiencia" que en medicina supone la perdida del organismo de la capacidad de defenderse contra un agente patógeno y le da una dimensión social. Afirma que existen sociedades sanas, así como también sociedades enfermas. La tolerancia a la mentira y el concepto de "post-verdad", son un síntoma de sociedad enferma. "No nos escandalizamos ya por nada. Resulta peligrosa la facilidad con que todos nos habituamos a cualquier cosa, sometidos a un lento proceso de intoxicación."
Me he permitido reproducir algunas partes de su reflexión en este post, ya que pueden ayudarnos a comprender acontecimientos del todo incomprensibles "a priori".
La tolerancia a la mentira es la manifestación de una enfermedad que ha adquirido una gran virulencia en muchos países. "Oxford Dictionaries" ha elegido el término 'post-truth', postverdad, como palabra del año. Aunque existe desde hace dos décadas, ha saltado a la fama en los últimos meses. La posverdad se define como "situación en que las emociones y creencias personales influyen más en la formación de la opinión pública que los hechos objetivos". La sustancia fundamental de la 'Post-Verdad' es que la verdad ya no importa. Lo nuevo y escalofriante de este hecho, es que una falsedad continúa siendo aceptada a sabiendas de que es una falsedad, y se toman decisiones basándose en ella, porque no se considera importante que lo sea. Sucedió en el Brexit y ha vuelto a suceder con Trump. Según 'PolitiFact', alrededor del 70% de las afirmaciones sobre hechos de Donald Trump eran falsas, pero eso nos da igual, Christopher Robichaud, de la Harvard Kennedy School, sostiene que es cierto que Trump miente, pero que en la era de la política posverdad tal cosa no parece criticable. "Sería como criticar a un actor por decir cosas falsas".
Se trata, pues, de una devaluación de la verdad y, paralelamente, de una devaluación de la falsedad y de la mentira. Como todos los fenómenos sociales, este tiene una larga historia. El siglo XX mostró que todos los regímenes dictatoriales y todos los fanatismos defienden verdades absolutas. Se pensó que el antídoto pare ello era un educado relativismo. Todas las opiniones se volvieron igualmente respetables. Frente al monoteísmo de la verdad, el politeísmo de las opiniones. En los medios de comunicación se hizo cada vez más difícil distinguir entre 'hechos' y 'opinión sobre los hechos'. Incluso se piensa que los hechos no existen, solo existen las interpretaciones de los mismos. La palabra 'post-factual' es sinónima de 'post-truth'. Los expertos dicen, con un cinismo realista, que si uno tiene el suficiente dinero, puede contratar a una agencia que le busque hechos que apoyen su idea, sea cual sea. Y, por supuesto, también puede contratar un filtro que solo le proporcione las noticias que corroboren sus prejuicios.
La posverdad ha sido facilitada por las nuevas técnicas de comunicación. Neerzan Zimmerman, que trabajó en 'Gawker' como especialista en "tráfico rápido de historias virales", afirma: "Hoy día no es importante que la historia sea real. Lo único importante es que la gente haga clic sobre ella. Los hechos están superados.
La tolerancia al engaño es una más de las manifestaciones claras del síndrome de inmunodeficiencia social. La solución que plantea Marina es defender una filosofía que crea en la verdad y que permita separar la verdad de la falsedad, lo triste es que este planteamiento en este momento nos parece hasta una utopia.
(Sindrome de Inmunodeficienca social. José Antonio Marina)