"Las organizaciones para triunfar necesitan crear el sueño de lo que quieren llegar a ser". (Cooperrider and Whitney, 1999)
Existen muchos modelos de liderazgo, y transcendiendo la teoría, hasta podríamos decir que tantos como "líderes", ya que cada líder ejerce su particular versión de un modelo concreto.
Los modelos de liderazgo evolucionan con las personas y con las necesidades de las organizaciones. Nada tienen que ver las exigencias de los líderes de hoy con las de hace 10 años. El liderazgo del siglo XXI reconoce que una propuesta de "mando y control" para liderar ya no es la manera más eficaz de obtener lo mejor de las personas.
A pesar de que los modelos de liderazgo tienen muchos elementos en común, todos buscan establecer su valor diferencial.
En el caso que nos ocupa hoy, el liderazgo apreciativo, es un modelo de COMPORTAMIENTO de LIDERAZGO orientado a LA RELACIÓN. La premisa en que se basa es, en lugar de enfocarnos en lo que va mal en el lugar de trabajo, la atención de centra en aprender al respecto y construir en base a lo que funciona. Tendencia muy poco habitual en la mayor parte de los entornos, que polarizan toda su atención en la cultura del fallo y del error. El liderazgo apreciativo se enfoca en el aprendizaje y el desarrollo a partir de los beneficios y los éxitos de las experiencias anteriores.
El líder apreciativo:
Como siempre cualquier modelo de liderazgo "sobre papel" es relativamente fácil de "comprar", el problema siempre radica en el mismo punto, y es que este modelo hay que integrarlo en un patrón de comportamientos, actitudes, valores, experiencias, miedos, condicionantes, de una persona concreta que ejerce el rol de líder. Vendría muy bien aquí como decía Descartes, poder hacer "tabula rasa", como un "reset" que nos permitiera olvidar o borrar lo que nos condiciona y empezar de "cero".