Mitomanía: trastorno psicológico que lleva a la persona a mentir y distorsionar la realidad de forma compulsiva.
La diferencia entre el mentiroso y el mitómano radica en que el primero inventa mentiras para protegerse, mientras que el mitómano miente sin intención de engaño, su principal motivación es construir una realidad falsa para darse importancia.
El término “mitomanía” hace referencia a un trastorno psicológico, por el cual la persona que lo padece muestra adicción a mentir. El verdadero fin del mitónamo es deformar la realidad para contar una historia personal que le convierta en centro y protagonista.
El adicto a mentir, no puede dejar de hacerlo, ha convertido la mentira en la forma que tiene de comportarse y relacionarse con los demás, sintiéndose inseguro si no adorna la verdad con mentiras que a oídos de quien le escucha le hagan más interesante.
El psiquiatra francés E. Dupré, en 1905, definió el término mitomanía como: "una tendencia patológica a inventarse episodios de la propia vida”. El mitómano vive en una fabulación constante exagerando sus capacidades, logros y vivencias, en sus distintos ámbitos vitales. Tienen una necesidad enfermiza de sentirse el centro de atención y por ello fabula realidades que jamás han ocurrido. Recurre a la mentira para sentirse importante, es su forma de llamar la atención. Exagerando o inventando anécdotas o historias obtienen el interés de quienes le rodean. El mitómano siente una profunda necesidad de admiración, de aprobación. El mitómano suele ser una persona convincente, con un discurso verosímil aunque a veces un tanto histriónico, con grandes dotes para la actuación y para la manipulación, y es frecuente que cambien de versión dependiendo de quién les escuche.
La fabulación la realizan de forma inconsciente para construirse una mejor imagen frente a los demás o frente a sí mismos. Por lo general, como no tienen mala intención, no suelen pensar en las consecuencias, y aunque, a pesar de que cuando elaboran una nueva mentira saben que mienten, llegan a acabar creyéndose sus propias historias.
Lo más sorprendente es que acaban mezclando realidad con fantasía sobre detalles de su trabajo, su vida, su edad, su salud, detalles sobre los que en realidad no habría necesidad de falsear, pero dependiendo de los casos, es tal la necesidad de exagerar y el mundo que crean que la mentira se acaba convirtiendo en su propia realidad.
Algunos ejemplos famosos: