Vencer la pereza

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Patricia Lanza

 

En 2006 la revista "British Medical Journal" dio nombre a un nuevo trastorno: el TDM (Trastorno por Déficit de Motivación). Su síntoma principal es lo que comúnmente se define como "ganas cero de hacer nada". Vamos, lo que viene siendo una pereza absoluta. Mucha gente se sintió muy aliviada porque, finalmente, encontraban una explicación científica y, sobre todo, una excusa perfecta a su habitual pereza. El problema es que todo resultó ser una broma por el día de los inocentes. Un chasco para muchos.

Así que habiéndonos quedado sin excusas para no hacer lo que nos habíamos propuesto hacer, lo único que nos queda es buscar el modo de superar esa pereza y afrontar los objetivos propuestos.

La primera estrategia es obvia: reducir el número de autoexigencias que nos planteamos. Porque a veces el problema no es que seamos perezosos, es que ya no podemos más. Si analizamos nuestra lista de "deberes", quizás encontremos que mucho de ello, más que un "tengo que" o "debería" podría pasar tranquilamente a ser un "si me da tiempo y me apetece". Descansar cuerpo y mente es tan o más importante que muchas de las tareas que nos autoimponemos y, sobre todo, un requisito para poder realizarlas.

El siguiente paso si hemos concluido que realmente es fundamental realizar la tarea es determinar cuál es la causa de esa pereza: ¿estamos cansados?, ¿nos da miedo enfrentarnos a ello?, ¿nos sentimos sobrepasados por la tarea?, ¿nos aburre?... Conocer la causa nos puede ayudar a buscar la mejor forma de afrontarlo. Si, por ejemplo, la tarea es muy compleja y nos sentimos agobiados, lo mejor es dividirla en pequeños pasos más asumibles.

Otras claves que pueden ser de gran ayuda:

  • Una buena idea es empezar por lo más sencillo porque vamos avanzando un poco y eso nos sirve como refuerzo para seguir adelante.
  • También es útil analizar los beneficios que nos reportará hacer la tarea. Si no tenemos un buen motivo no podemos tener motivación ninguna.
  • Es importante vigilar nuestro diálogo interno para no dejarnos llevar por etiquetas que sólo pueden conducirnos al fracaso. Decirnos a nosotros mismos que somos "unos vagos" o que "así no vamos a llegar a ningún sitio" no ayuda en absoluto. Por el contrario, reforzarnos verbalmente por los pequeños avances es siempre más fructífero.
  • Planifica y evita distracciones. Establece cuándo vas a hacer las cosas, cuánto esperas tardar y, sobre todo, evita aquellas situaciones y estímulos que pueden desviarte de tu camino.
  • Pide ayuda si es necesario. A veces necesitamos que sea otra persona la que nos dé el primer "empujoncito". No tiene nada de malo reconocer que necesitamos un poco de impulso externo.
  • Refuérzate por tus logros: conseguir el objetico o avanzar en él es motivo de alegría. Por ello debes sentirte orgulloso e, incluso, establecer alguna autorrecompensa. Usar esas pequeñas recompensas como una zanahoria tras la que correr puede sonar simple, pero muchas veces funciona. Sobre todo si convertimos la distracción que nos impedía avanzar en un refuerzo (por ejemplo, ver un capítulo de una serie que nos gusta sólo después de haber hecho las tareas de la casa). De este modo, conseguimos dar la vuelta al ciclo.

Y, sobre todo, ¡sigue intentándolo!: no uses la excusa de "total..."

 

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