Según la OMS, 1948 "La salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad".
Existen personas que afrontan y superan, y personas que se derrotan y no avanzan, ante los acontecimientos vitales negativos. La diferencia entre unas y otras estará determinada por múltiples variables, sin duda, entre ellas estarán los recursos personales con los que cuentan para la superación de dichos eventos vitales.
A estas alturas existen bastantes evidencias que establecen que sea cual fuere el hecho traumático, las fortalezas para afrontarlos son bastante coincidentes.
Según Seligman (2003) "las fortalezas y virtudes actúan a modo de barreras contra la desgracia y los trastornos psicológicos y pueden ser la clave para aumentar la capacidad de recuperación".
Veamos cuáles son las fortalezas que actúan como protectores e impulsores de nuestra capacidad de afrontamiento y superación:
Uno de los resultados más evidenciados en las investigaciones señala que aquellas personas que poseen altos niveles de optimismo y esperanza, entendidos como la expectativa de resultados positivos y la creencia en la propia capacidad de alcanzar metas en situaciones vitales traumáticas y estresantes, conviven mejor con el dolor y son capaces de superar en mayor medida sus secuelas, sin quedarse atrapados en las circunstancias vitales.
Gran parte de estas fortalezas estarían presentes en el sujeto resiliente. Entendida la resiliencia como esa capacidad humana "para enfrentar, sobreponerse y salir fortalecido o transformado por experiencias de adversidad".
Muy importante y relación con todo lo anterior cabe destacar que distintas investigaciones han puesto de manifiesto que no se nace resiliente, sino que la resiliencia se va adquiriendo a lo largo de la vida dependiendo de las interacciones de la persona y su entorno. Este hecho es de gran relevancia ya que no nos limita a las fortalezas y competencias adquiridas hasta el momento presente, sino que nos abre la puerta a la posibilidad de un aprendizaje consciente, voluntario, orientado e intencionado. Con lo que podemos desarrollar nuestra capacidad de afrontamiento y superación si ponemos intención y acción en ello.