En estas fechas en las que ya han pasado las vacaciones y prácticamente todo el mundo se ha reincorporado a sus puestos es cuando más se habla del famoso "síndrome postvacacional". Sin entrar en la polémica sobre si este trastorno realmente existe o es una invención de una sociedad que se ha vuelto excesivamente "quejicosa", la realidad es que muchos hemos experimentado un mayor o menor grado de disgusto por tener que volver a la rutina y dejar los días de asueto atrás.
En medio de esa sensación de malestar nuestro único consuelo es pensar que "peor sería no tener trabajo al que regresar". Y es así porque está demostrado científicamente que la situación de desempleo es una de las que más negativamente puede afectarnos a nivel físico y psicológico. Ansiedad, insomnio, problemas cardiovasculares, depresión, irritabilidad, trastornos digestivos, incremento de conductas adictivas... son sólo algunas de las consecuencias asociadas a la falta de empleo.
Y es que, en esos momentos en los que todo son conflictos y "marrones" en el trabajo es difícil verlo así, pero tener un puesto de trabajo supone disponer de unos enormes beneficios para nuestro bienestar físico y psicológico por las implicaciones emocionales y sociales que conlleva.
Por si tienes un mal día en la oficina, por si hoy te ha costado levantarte pensando en lo que te estaba esperando en tu puesto de trabajo o por si te cuesta encontrar la motivación para acabar todas las tareas que tienes pendientes, te damos algunas claves de por qué trabajar te viene mejor de lo que parece.
Visto así, ¿no te resulta un poco más llevadera la vuelta? Si no te hemos conseguido convencer sólo nos que da recordarte que antes de que te des cuenta estarás de vacaciones otra vez. ¡Ánimo!