Tal y como nos señalan en su libro D. Goleman y R. Boyatzis "El Líder Resonante Crea más" el conocimiento de las emociones es un factor clave en el liderazgo.
Apuntan que cuando las emociones son transmitidas de forma positiva, el funcionamiento del grupo alcanzará cuotas más elevadas, en cambio quienes se inclinan hacia el resentimiento y la ansiedad, encaminan a los grupos a la desintegración.
Destacan algunos estudios que determinaron que tanto la alegría como la cordialidad se transmiten más rápidamente que la irritabilidad y la depresión. Por contra, las emociones negativas dificultan la atención y el trabajo, y provocan la desconexión con los demás y con la propia organización.
El éxito del líder depende en gran medida de la capacidad para controlar las reacciones emocionales ante situaciones de distinta naturaleza y de la capacidad para sintonizar los sentimientos propios con los sentimientos de los demás.
Sin embargo, a pesar de que este es un modelo constatado, muchos programas de desarrollo de competencias de liderazgo siguen centrando su contenido en la esfera más racional, en generar hábitos o adquirir competencias que quedan fuera del espectro emocional. No obstante, las emociones son la clave de la motivación, ser sensible a ellas es tarea esencial del líder. Los auténticos líderes no se distinguen por su talento innato o su dominio técnico, sino por su capacidad de inspirar en otros energía, pasión y entusiasmo.
La cultura de las organizaciones dirigidas por líderes disonantes es inevitablemente tóxica y acaba provocando que las personas se limiten a sobrevivir en el día a día con el consecuente aumento de la movilidad laboral y el bajo compromiso de quienes las componen. El resultado es que la atención del grupo se desvía de su misión y se centra en el malestar colectivo.
El líder resonante es aquel que es capaz de crear un entorno en que las personas conectan con emociones positivas, se sincronizan con la visión, la organización, los líderes y sus compañeros de trabajo. El líder resonante sintoniza con los sentimientos de las personas y los encauza en una dirección emocionalmente positiva.
La clave del liderazgo resonante es saber controlar y usar adecuadamente las propias emociones para así potenciar sentimientos positivos, a este proceso se le llama crear resonancia. Este tipo de líderes sabe movilizar en los demás el estado de ánimo adecuado a las circunstancias, utilizando su empatía para sintonizar con el tono emocional de sus colaboradores.
Los básicos que definen al líder resonante no están en el plano racional, son esencia fundamental de la dimensión emocional: una clara conciencia emocional de sí mismo, algo grado de confianza, autocontrol emocional, transparencia, adaptabilidad y optimismo...
En esencia, "... un líder resonante es aquel que produce resonancia, es decir, el clima emocional positivo indispensable para movilizar lo mejor del ser humano". "El líder resonante expresa sinceramente sus propios valores y sintoniza con las emociones de las personas que le rodean". Richard Boyatzis, Daniel Goleman y Annie McKee 2002.
Cultivar este plano emocional más centrado en la persona que en el rol que representa, no es fácil. En muchas ocasiones los lideres son víctimas de la denominada "Enfermedad del CEO" que acaba provocando una desconexión de la realidad, en la que no disponen de tiempo para las conversaciones realmente importantes y tampoco suelen establecer el tipo de relaciones que inspiran el diálogo en profundidad con sus equipos sobre lo que funciona y lo que no funciona. Carecen del adecuado contacto de sus colaboradores lo que los llevar a no saber lo que está ocurriendo realmente en las organizaciones, manteniéndolos aislados de la realidad emocional, lo que genera malestar colectivo, desmotivación y en consecuencia un bajo rendimiento de los empleados.