"Si se observa un caso particular X consistente con la teoría T, entonces la probabilidad de que T sea cierta aumenta". Hempel
El ser humano utiliza la lógica de método inductivo en su día a día con gran frecuencia. Esta lógica le autoafirma y convence de que sus propias posiciones son las acertadas a través de un mecanismo selectivo de datos, donde sólo se ve lo coincidente.
Carl Gustav Hempel, filósofo, empirista lógico y epistemólogo, a lo largo de su vida desarrolló diversos conceptos sobre la naturaleza de la explicación científica. Uno de sus trabajos más interesantes es la denominada "paradoja del cuervo", conocida también como paradoja de la negación o paradoja de Hempel, dónde intentaba demostrar cómo, a medida que observamos hechos que se ajustan a nuestras teorías, estas se vuelven más poderosas.
Hempel explicaba que "cuando la gente pasa algún tiempo observando hechos que se acomodan bien en el marco de sus teorías, tiende a creer que dichas teorías tienen mayores posibilidades de ser ciertas. La confianza en lo acertado de la teoría va aumentando con cada nueva observación que encaja en el marco mental que hemos elaborado.
Sin embargo, a pesar del uso de los modelos inductivos, las argumentaciones inductivas son argumentaciones lógicamente no válidas ya que, aunque las premisas de una inferencia inductiva sean verdaderas, la conclusión no por ello debe ser verdadera. Es posible que la conclusión de una argumentación inductiva sea falsa y que sus premisas sean verdaderas sin que ello suponga una contradicción.
Y para ilustrar esto que efectivamente parece algo contradictorio podemos usar el ejemplo de la historia del pavo inductivista planteada por Bertrand Russell, Filósofo y matemático británico.
"Este pavo descubrió que, en su primera mañana en la granja avícola, comía a las 9 de la mañana. Sin embargo, siendo como era un buen inductivista, no sacó conclusiones precipitadas. Esperó hasta que recogió gran cantidad de observaciones del hecho de que comía a las 9 de la mañana e hizo estas observaciones en una gran variedad de circunstancias, en miércoles y en jueves, en días fríos y calurosos, en días lluviosos y en días soleados. Cada día añadía un nuevo enunciado observacional a su lista. Por último, su conciencia inductivista se sintió satisfecha y efectuó una inferencia inductiva para concluir: «Siempre como a las 9 de la mañana». Pero ¡ay! se demostró de manera indudable que esta conclusión era falsa cuando, la víspera de Navidad, en vez de darle la comida, le cortaron el cuello. Una inferencia inductiva con premisas verdaderas ha llevado a una conclusión falsa".
En general funcionamos más de lo que pensamos como el pavo inductivista. Hay quien formula su teoría y a dos datos que se lo confirmen ya llega a conclusiones dogmáticas, y hay quien maneja incluso menos datos. La cosa es que una vez formula una teoría es muy difícil movernos de nuestra posición ya que tendemos a buscar selectivamente datos que nos autoafirmen. Muy pocos optan por intentar lo contrario, buscar datos que cuestionen los propios axiomas para demostrar su veracidad, siempre es más fácil y sobre todo más cómodo, moverse en el terreno de lo ya diagnosticado, ¡aun cuando haya altas probabilidades de que no sea verdadero!