Hay que poner especial cuidado en las comunicaciones a través de correo electrónico, teniendo en cuenta que en ocasiones reenviamos conversaciones de otras personas
Cuando me incorporé al mercado laboral ya existía el e-mail y se usaba como método principal de comunicación, por lo tanto, lo lógico hubiera sido que esta tecnología se usase de forma responsable, teniendo siempre presente alguna especie de código de conducta o un protocolo de actuación. Sin embargo, y como todos hemos podido comprobar, esto no es así: cadenas, malentendidos, salidas de tono, etcétera.
Quizá fue lo precipitado de la irrupción de Internet o el escepticismo inicial, pero lo cierto es que no se previó el impacto que el uso del correo electrónico ha tenido en las relaciones, tanto entre empresa-cliente como entre compañeros de trabajo.
Por eso, he aquí una norma básica que, aunque es de sentido común, no siempre se cumple. Os aseguro que os puede salvar de más de una situación embarazosa. Repetid conmigo: "No pondré por escrito en un correo electrónico ninguna valoración o comentario que no pueda ser leída por cualquiera".
A continuación podeis ver 3 ejemplos:
CASO 1: El Descuido
Obviamente en el estado de Pepita, es muy difícil distinguir entre dos contactos aparentemente iguales.
CASO2: La Confusión
Cuando uno tiene mil cosas a la vez en la cabeza y no presta el 100% de atención a lo que está haciendo puede pasar que, el subconsciente juegue una mala pasada, se pulse Responder en vez de Reenviar y no se compruebe el destinatario antes de Enviar.
CASO 3: Lo que uno no puede controlar
Pepita se preocupó de revisar el destinatario antes de enviar, lástima que Fulanita no mirase lo que había debajo y reutilizase el mismo correo para responder al cliente.