"Nadie tiene suficiente tiempo y sin embargo todo el mundo tiene todo el tiempo que hay".
En algunas ocasiones, pensamos que muchas de las personas que tenemos a nuestro alrededor tienen tiempo para todo y nos preguntamos ¿Sabrán aprovechar el tiempo mejor que yo? ¿Cómo puede organizarse para hacerlo todo?
La reacción habitual ante esta sensación de necesidad de tiempo es, trabajar más horas o trabajar más deprisa. Una y otra solución acarrean inconvenientes, porque llevan consigo de modo inevitable el error por un lado y del estrés por otro.
"Formamos parte de una cultura que nos empuja a hacer demasiadas cosas, a tomar demasiadas responsabilidades y a decir que sí a demasiadas oportunidades".
Pese a que cada persona tiene unas prioridades y unas responsabilidades diferentes y que no existe una varita mágica para solucionar las cargas del trabajo y su distribución en el tiempo, sí podemos ayudarnos de algunos comportamientos, y más en la circunstancia en la que el teletrabajo ha difuminado muchas líneas.
La importancia de uso del tiempo está siempre en función de los objetivos. Perder el tiempo significa, simplemente, hacer algo que es menos importante que otra cosa que se pudiera hacer en su lugar. La mayoría de nosotros solemos perder del orden de 3 horas al día, obviamente no se trata de una pérdida voluntaria. Si así fuera sería fácil resolverlo. La mayor parte de esta pérdida de tiempo es involuntaria e incluso inconsciente.
Sólo al revisar cuidadosamente lo hecho, podemos percibir la inadecuación o la falta de rentabilidad del modo en que hemos empleado el tiempo. Hemos perdido parte de nuestro tiempo a causa de hábitos que quizás resultan inadecuados, de actividades desarrolladas con una perfección innecesaria o que ni siquiera hubiera resultado necesario realizar. Hemos empleado mal nuestro tiempo porque nos hemos olvidado de nuestros objetivos, de nuestras prioridades, porque no hemos planificado o porque no hemos respetado las previsiones establecidas.