Aunque son términos que en muchas ocasiones entendemos como sinónimos, la realidad es que cuanto más placer busquemos, más infelices seremos.
En el siguiente vídeo, Robert Lusting, endocrinólogo pediátrico estadounidense, nos explica la diferencia entre los dos términos y lo que esto implica para la mayoría de nosotros, que nos afanamos por buscar y mantenernos en una constante emoción positiva.
https://www.youtube.com/watch?v=v-3DrM8VR04
Tras ver el vídeo, podemos concluir que el placer se consigue a través de sustancias (drogas, alcohol, medicamentos...) y comportamientos (juego, que pueden ser apuestas o videojuegos, sexo, compras, ingesta de comida...). Pero para experimentar felicidad necesitamos acudir a las relaciones interpersonales y a nosotros mismos, a través de una conexión real con otras personas, nuestra contribución al bienestar de otros, nuestra habilidad para superar retos, para mejorar el entorno, para disfrutar de la naturaleza, otros seres vivos, etc.
Vivimos en una sociedad básicamente hedonista, que no solo busca el placer constante, sino también inmediato y fácil de conseguir. Y como no entendemos que cuanto más buscamos y fomentamos esa falsa sensación de bienestar momentáneo, más nos alejamos de la verdadera felicidad, nunca nos sentiremos plenamente satisfechos.
Pero quién es capaz de resistirse al placer. Como decía Baudelaire: "¿Qué le importa la condena eterna a quien ha encontrado por un segundo el infinito goce?".
Quizás no se trate de evitar toda fuente de placer, pero sí de no hacer que todos nuestros esfuerzos se centren únicamente en conseguir el placer.
Esta infografía de Pictoline nos da alguna clave.