El liderazgo sostenible exige poner el foco en las interacciones y en las personas, desarrollar al máximo el capital humano y que las personas encuentren sentido y propósito en lo que hacen.
El liderazgo tóxico, a pesar de estar en la era del liderazgo gentil, acogedor, desarrollador, comunicador, inspirador, sostenible, diverso, motivador y embajador de la cultura, sigue existiendo, con un alto coste mental para los trabajadores y, por tanto, económico para las empresas.
Generar bienestar organizacional debe estar entre las prioridades de las personas encargadas de liderar equipos, y para lograrlo, es necesario abandonar el llamado liderazgo tóxico y avanzar hacia modelos basados en la humildad, la sostenibilidad, la gentileza y la diversidad.
Aunque no existe lo que podría denominarse un perfil concreto de jefe tóxico, ya hace una década que la consultora Otto Walter identificaba una serie de comportamientos característicos de este tipo de perfiles: faltan al respeto, son prepotentes, incompetentes en sus labores, no apoyan a su equipo, baja tolerancia a la crítica y demuestran total ausencia por el trato humano, y es este último punto tal vez el mas revelador y el que confronta más con el escenario actual.
Es obvio que este tipo de actitudes acaban produciendo en los empleados tensión, ansiedad, estrés, falta de motivación y lo que es peor y no poco frecuente, miedo a ir a trabajar, todo ello desencadena un ambiente tóxico. Pero claro, todo tiene su matiz, ya que por mucha influencia que ejerza un líder tóxico, hay quien apunta que se necesitan también trabajadores sumisos y un entorno permisivo.
En lo que todos los expertos coinciden es que la manera de minimizar o erradicar este tipo de prácticas, pasa por la necesidad, sino obligatoriedad, de instaurar una cultura organizativa que promueva la atención sobre el lado humano de la empresa. Incluso se puede ir más allá y optar por introducir la figura del Toxic Handler, término de Gilles Teneau, director del Centro de Investigación de Resiliencia Organizacional. Los Toxic Handler son profesionales capaces de atenuar el estrés de otros en el seno de las organizaciones. Llegan a funcionar como intermediarios entre los jefes tóxicos y los empleados que están "sufriendo", son los portadores de la resiliencia en la empresa.
Para responder a los nuevos retos de complejidad, diversidad, incertidumbre y sostenibilidad tenemos que examinar los modelos de liderazgo que queremos, pensar que parte del ADN de nuestra cultura organizativa debemos quedarnos, cuál debemos descartar, y qué innovaciones debemos introducir. El liderazgo del futuro requiere humildad, transparencia y una actitud abierta. El nuevo milenio apunta hacia un líder humano cuyo liderazgo esté basado en los valores que ponen en el centro a las personas y su bienestar. Un líder gentil que trabaja desde la amabilidad, la humildad y al servicio de los valores que hace que las personas y su bienestar sean la prioridad.