Igual ya a estas alturas de la vida te has dado cuenta de que ni lo perfecto como adjetivo, ni la perfección, como sustantivo, existen; pero aun así persistimos en el empeño, con todo lo negativo que atrae. La perfección roba tiempo y energía. Obliga a buscar metas inalcanzables, porque no importa lo que hagas, nada es suficientemente bueno. En la perfección está implícito el miedo al error, cuando los errores representan grandes oportunidades de aprendizaje. De los errores aprendemos cómo hacer las cosas y cómo no hacerlas, los errores contribuyen a la mejora de nuestro desempeño.
Lamentablemente vivimos en un mundo en el que se nos hacernos creer que la perfección es posible, y eso nos encamina de forma inevitable hacia la insatisfacción, frustración y desgaste personal, ya que la exigencia suele ir de la mano de la rigidez, de lo estructurado y de lo inflexible. La búsqueda constante de perfección tiene la mirada puesta en una sola manera de hacer las cosas.
El perfeccionismo es una trampa mental en la que a menudo caemos. Aunque algunas personas piensan en el perfeccionismo como algo positivo que nos empuja hacia adelante, en realidad tiene su lado oscuro, ya que nos resta energía, paz, rendimiento, productividad, logro, motivación, y nos suma ansiedad, estrés, pesimismo, inseguridad, etc.
Por ello, aquí van algunos tips para liberarnos.
Y ..." No tengas miedo de la perfección, nunca la alcanzarás”. Salvador Dalí