La trampa de la positividad forzada

Una positividad artificial y forzada acaba generando más perjuicios que beneficios

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Nuria Fernández López

Intentar escapar, evitar y silenciar el sufrimiento, puede acabar provocando un efecto rebote, en el que por evitarlo, acabamos generando más sufrimiento y malestar.

"En eso consiste la positividad forzada, que acaba siendo tóxica, en imponernos una actitud falsamente positiva, sobre generalizando un estado feliz y optimista, y silenciando nuestras emociones "negativas". En un intento de proyectar felicidad, ocultamos o negamos emociones importantes y vitales en nuestra adaptación, como es el caso de la tristeza, la frustración, o incluso el miedo, la rabia, o la envidia. Todas las emociones que experimentamos tienen su utilidad, y nos proporcionan información sobre que nos sucede, y cómo nos adaptamos a nuestro entorno. Es por ello, que no podemos ignorarlas, al contrario, debemos escuchar lo que nos traen. Para trabajar las emociones negativas debemos primero aceptarlas. Trabajar en el conocimiento y reconocimiento de las emociones negativas contribuye a aumentar nuestra resiliencia. 

La positividad resulta toxica en tanto que estamos en modo negación constantemente, y eso, además de antinatural, acaba siendo agotador. Intentamos proyectar una imagen de que todo está bien, de que tenemos un gran equilibrio en tanto que sabemos centrarnos en lo positivo, y desenfocar lo negativo, pero este hecho en si mismo en lugar de hacernos menos vulnerables aumenta nuestro desequilibrio emocional, y por ende nuestra vulnerabilidad, capacidad de adaptación y superación. Nos aísla de nosotros mismos, de nuestras auténticas emociones.

Es posible que esta positividad tóxica sea un lastre de una forma de malentender el concepto de psicología positiva de M. Seligman. "La psicología positiva aplicada correctamente es una práctica que puede resultar muy útil, pero de forma indiscriminada genera una visión muy parcial de la realidad y una sensación de indefensión".

La psicología positiva entendida de forma equivoca puede llevar a:

  • Ocultar o enmascarar los verdaderos sentimientos
  • Bloquear o ignorar las emociones
  • Sentimientos de culpabilidad y vergüenza ante alguna/s emoción/es
  • Minimizar determinadas experiencias propias y de otros
  • No validar la experiencia emocional propia y de otras personasm.
  • Ignorar todo aquello que molesta

Sally Baker, terapeuta américa afirma que: "Cuando ignoramos nuestras emociones negativas, nuestro cuerpo les sube el volumen para llamar nuestra atención sobre ese problema. Reprimir las emociones nos agota mental y físicamente. No es saludable y no es sostenible a largo plazo", y Antonio Rodellar sostiene que "cuando nos enfocarnos sólo en las emociones positivas, obtenemos una versión más ingenua o infantil de situaciones que nos pueden ocurrir en la vida, de tal manera que nos volvemos más vulnerables ante momentos difíciles".

 

"No estar bien, también está bien".

 

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