!Despierta!

"La vida está compuesta de insignificancias, el año de instantes y las montañas de granos de arena... por lo tanto no desperdicies nada por pequeño que parezca". (Lin Yutang)

 

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Patricia Lanza

El otro día, cuando salía del coche para dirigirme a la oficina, un señor mayor que pasaba por allí me dijo amablemente: "Abrígate, que hace frío. Mira qué helada ha caído". Efectivamente, había vuelto el frío y las temperaturas habían bajado mucho.

Luego, el señor añadió: "Pobrecitos los que no tengan calefacción". A lo que yo contesté: "Y los que tengan que dormir en la calle".

Entonces tuve un momento de lo que Christophe André, psiquiatra y psicoterapeuta francés, denomina "despertar". Algo muy relacionado con el concepto de "mindfulness" que vimos en un post anterior ("Mindfulness").

El "despertar" es un breve momento de "iluminación" en el que somos capaces de ver las cosas con más claridad, con un sentido más objetivo. No, aunque lo parezca no es nada místico ni tiene que ver con un efecto psicotrópico. Se trata únicamente de una situación, un gesto, un comentario, un movimiento... algo que nos hace aterrizar de pronto en la realidad y romper con esos automatismos con los que generalmente vamos por la vida. Así, nos damos cuenta de lo que realmente es importante y tiene valor.

Porque, generalmente, las prisas, las preocupaciones, la forma en la que vivimos, incluso los valores y las prioridades que hemos creado, hacen que nos resulte imposible disfrutar las cosas que tenemos, saborear el día a día, aquellos aspectos que, aunque sencillos, deberíamos ser capaces de exprimir y agradecer. Se trata de hacer lo contrario de lo que solemos hacer: en lugar de tratar de conseguir cosas que nos puedan hacer felices, analizar lo que tenemos para descubrir la felidad que nos puede causar.

 

La experiencia de despertar la puede generar un sentimiento positivo creado por algo tan simple como un gesto de una persona incluso desconocida, una música, un paisaje... En otras ocasiones lo desata algo más triste, como la pérdida de un ser querido. Pero, en cualquier caso, siempre suele ser algo inesperado y bien recibido porque nos ofrece la oportunidad de ser más conscientes de lo que tenemos y, en muchos casos, desperdiciamos por ignorarlo.

Ahora que estamos en Navidad, y dejando el sentido religioso de las fiestas aparte, puede ser un buen momento para reflexionar sobre lo que poseemos y, que en muchas ocasiones, no apreciamos.

Cada pequeño o gran detalle que muchas veces verbalizamos (y sentimos) negativamente ("¡Qué horror, cómo he comido!", "¡Vaya rollo, otra celebración familiar más", "Y ahora tengo que ir de compras navideñas"...) no es más que un reflejo de las cosas que sí podemos disfrutar y de las que otras personas carecen: familia, amigos, comida, regalos, un techo, calefacción...

Mi padre me dice muchas veces, medio en serio medio en broma: "El día que yo te falte...". Y, efectivamente, el día que me falte me daré cuenta de lo importante que es en mi vida y echaré de menos su apoyo, sus abrazos, sus charlas, las discusiones con él... Me alegro que de vez en cuando, aunque sólo sea de tarde en tarde, una experiencia de "despertar" me permita ser consciente de lo que tengo y disfrutarlo y agradecerlo antes de que me falte.

Porque si estás leyendo este post es porque tienes muchas cosas de las que otras personas carecen: ¡despierta y disfrútalo!

 

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