Me acerco al teléfono, levanto el auricular y cuando voy a marcar me doy cuenta de que no recuerdo a quien iba a llamar. Otro olvido más en una larga lista. ¿Me estoy haciendo mayor? ¿Serán los primeros síntomas de un incipiente Alzheimer? Los investigadores parecen haber descubierto que la causa de mis olvidos es otra.
Los olvidos no son graves, pero son habituales y en algunos casos, molestos.
Sales de casa con prisa y tienes que dedicar 15 minutos a buscar por todas partes las llaves del coche.
Vas al supermercado y cuando llegas a casa te das cuenta de que has olvidado comprar lo más urgente. Y eso que sólo habías salido para eso.
Tienes una reunión y cuando vas a presentar a tu cliente a uno de tus compañeros no eres capaz de recordar su nombre. Quedas en el más absoluto de los ridículos.
Estos son sólo unos ejemplos.
Si te ocurre muy a menudo es fácil que comiences a preocuparte. ¿Podría ser el comienzo de un trastorno de la memoria? ¿Alzheimer? ¡Pero si no soy tan mayor!
A no ser que vaya acompañado de un cambio de conducta, alteraciones del estado de ánimo o si esos olvidos afectan gravemente a tu desempeño profesional o a tus relaciones interpersonales, no será necesario, siquiera, que consultes a un especialista.
Lo que te ocurre, seguramente, es que sufres el "síndrome de la vida ocupada" o discapacidad cognitiva subjetiva.
Esto es lo que han descubierto los investigadores del CPS Research (centro de investigación en Glasgow, Reino Unido). Según estos científicos, estos problemas de memoria y atención son consecuencia del estilo de vida que llevamos. El exceso de trabajo, preocupaciones y el bombardeo de información al que estamos sometidos (móvil, Internet, televisión...) es más de lo que nuestro cerebro puede tolerar.
Yo hace tiempo que lo sospechaba. Cuando mi familia me decía cosas del tipo: "Tan joven y con esos olvidos... ¡Menudo futuro te espera!", yo les solía contestar: "Si tuvierais en la cabeza tantas cosas como yo...".
Efectivamente, las investigaciones provienen de la observación de que las personas que sufren este tipo de olvidos son cada vez más jóvenes.
Y es que por muy joven que se sea, tener mil cosas en la cabeza si, además, añadimos la falta del descanso necesario, nos da como consecuencia una importante reducción en la capacidad de atención y, por tanto, los correspondientes efectos negativos en la memoria.
A veces no somos conscientes de que nuestro cerebro, como le pasa el ordenador más potente, tiene unos límites de capacidad. Así que para reducir estos olvidos resulta muy útil: