Las nuevas tendencias en la formación favorecen el proceso de creación y aplicación de contenidos. Pero también el desarrollo de herramientas para compartirlos
Hemos asistido en los últimos años al proceso de cambio en lo que conocíamos como formación tradicional. Con la llegada del e-learning 2.0, parece que los anteriores paradigmas de la formación quedan relegados a un segundo plano, o bien no se tienen en cuenta ni tienen la relevancia que antaño.
Los formadores se reinventan, puesto que ahora ya no interesa tener a un formador o tutor asignado, sino que lo que preferimos es poder elegir a diferentes personas que nos puedan ayudar en función de la duda que tengamos. Es decir, lo que nos interesa es un modelo más parecido a lo que utilizamos en las Redes Sociales, en el que por ejemplo, podemos seguir a un experto en determinada materia a través de su twitter, o crear una red de contactos en función de nuestros intereses tal y como hacemos en LinkedIn. Más de 18 millones de personas en España son usuarias de Redes Sociales, es decir, más de tres cuartas partes de los veinticuatro millones, están conectados a internet y de ellos el 60% las utiliza a diario. A la vista de estos datos, podemos decir que nuestro país se ha convertido en el tercero de Europa y uno de los primeros del mundo en penetración de estos fenómenos sociales de comunicación e información (Según datos estudio Nielsen Junio 2010)
Estamos viviendo un periodo de cambio constante lo que nos obliga a estar contínuamente actualizados. La formación se convierte más en una actitud de aprendizaje contínuo, donde lo que buscamos en la formación es tener alguien cerca que nos guíe y asesore sobre las fuentes de información y a la vez nos ayude a transformar toda esta información en conocimiento y aplicación posterior al desempeño del trabajo.
Esto no significa que la formación presencial desaparece por carecer de interés, sino todo lo contrario. La formación presencial es muy importante para establecer los vínculos entre los participantes que redundará en una mayor productividad y calidad de las dinámicas a distancia. Eso si, el formador presencial ya no es el centro de la propia formación, sino que la atención de la formación se centra en los alumnos así como en la información a la que ellos tienen acceso. El formador se convierte en un facilitador/guía dejando de ser el "maestro" que divulga el conocimiento y pasando a ser el orientador sobre dónde y cómo obtener la información.
Y esto no ha hecho más que comenzar, puesto que con toda seguridad la tecnología seguirá cambiando y mejorando y seguirán surgiendo modificaciones en la forma en la que nos relacionamos con los entornos educativos. Ejemplo de ello será la aparición de la web 3.0, que supone, entre otras cosas, el desarrollo de la llamada web semántica, es decir, la incorporación de elementos de inteligencia artificial que permite gestionar adecuadamente la información a través de unos agentes que se encargan de interpretar todos los datos de Internet y presentarlos adecuadamente de una forma lógica y más útil de lo que hacen los buscadores tradicionales.
En definitiva, la capacidad de información y transmisión de la web 2.0 está transformando el escenario de la formación. Estamos inmersos en la cultura 2.0 caracterizada por la colaboración, participación, generación de contenidos colectivos, y a un paso de la web 3.0. No podemos quedarnos al margen de ello, sino más bien crear espacios de conocimiento abiertos, colectivos, utilizando herramientas como blogs, wikis, podcats, sistema RSS, etc, etc.