Cooperar suele ser la opción más ventajosa y aunque todo parezca indicarlo, finalmente acabamos tomando decisiones que perjudican a otros y a nosotros mismos.
Desde hace varios meses participo en un curso de liderazgo al que asisten un gran número de mujeres directivas de empresas importantes en muy diversos sectores. Este fin de semana tratábamos el tema de la gestión de conflictos, y se planteó la dinámica clásica de "gane lo máximo posible". No sé si la conoceréis pero es una versión de la que os comento a continuación.
Es la siguiente: La policía detiene a dos sospechosos de un atraco. Al no tener suficientes pruebas para condenarlos, separan a los dos y les proponen el mismo trato:
Se parte del principio de que los dos sospechosos son completamente egoístas y sólo desean reducir al máximo su condena.
Cada uno tiene dos opciones:
- Cooperar con su cómplice y callar, o
- Traicionar a su cómplice y confesar.
El resultado de la suerte de cada uno depende de su decisión y a su vez, de la del otro sospechoso. Ninguno de los dos conoce la decisión de su cómplice. Aunque pudieran hablar e incluso llegar a un acuerdo, siempre les quedaría la duda de si el otro preso mantendrían su acuerdo hasta el final.
Estadísticamente, la confesión es la estrategia dominante para ambos. La ironía radica en que los dos deciden confesar y someterse a diez años cada uno, aunque podrían haber cooperado, pasando sólo un año entre los dos, si llegan al acuerdo de callar y mantenerlo.
Por tanto, en el "dilema del prisionero" la búsqueda del máximo beneficio individual a toda costa lleva a renunciar al beneficio mutuo de la opción cooperadora que beneficia y perjudica a ambos por igual.
El "dilema del prisionero" representa un modelo competitivo y egoísta, un sistema basado en el ganar deprisa, sin pensar en el mañana.
Obviamente en el ejercicio práctico que os comentó, en el que había 4 grupos con instrucciones parecidas a las del "dilema del prisionero", los grupos fueron tomando decisiones pensando en las decisiones que tomarían el resto de grupos. Como en el caso del dilema del prisionero, en el que los presos deciden pensando en la decisión que tomará el otro, finalmente todos acaban perdiendo.
Hay multitud de ejemplos de la vida cotidiana en la que las decisiones se toman pensando en la decisión que tomarán nuestros competidores y esto nos lleva a un sinfín de errores y estrategias equivocadas que finalmente son perjudiciales para todos. Se decide desde la desconfianza, desde la susceptibilidad, desde el individualismo y la falta de cooperación y sentido común en muchos casos.
Cuando se trata de resolver conflictos, en los que hay intereses de distintas partes implicados, sin duda el "dilema del prisionero" es un aspecto a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión y llegar a un acuerdo común.