¿Me quedo o me voy de Japón?

Imagina que estás en Japón. Eres español pero vives allí. Tienes que tomar una decisión: ¿me quedo en Japón o salgo del país? Difícil decisión. Es la que han tenido que tomar y están planteándose muchas personas que viven en Japón y que tienen la oportunidad de salir del pais ante el riesgo y la amenaza del desastre nuclear.

Para la toma de decisión no están solamente ellos. Reciben presiones por dos partes. A favor de que se queden está el hecho de que allí tienen su vida y las decisiones de los que se quedan. A favor de que dejen el país está la percepción del riesgo que corren y los amigos y familiares que, desde lejos, ven la gravedad del asunto.

Para tomar la decisión hagamos la típica lista de "pros" y "contras". Aunque en este caso, como es un tema de salud, donde está en riesgo la vida, si probabiliad de ocurrencia es cierto, real e inminente, sería suficiente para vencer a todos los "pros".

Hagamos por tanto otra lista. Vamos a recoger información sobre la gravedad de la situación y la probabilidad de que vaya a más. Comenzamos a hacer la lista. Pero claro nos llega información contradictorias. El gobierno de Japón da una noticia. La situación se normaliza. Los medios europeos dan otra. Apocalipsis. ¿Cómo voy a rellenar mi lista?.

Por un lado me llega la noticia de que los niveles de radiación son imperceptibles, por otra lado me llega otra noticia de que los niveles son mil veces mayores de los permitido. Por un lado mis amigos de España me dicen: "¡Vente!". Por otro lado mis amigos de Japón me dicen: "¿Es que vas a huir?".

El tiempo pasa. Tengo que tomar una decisión. ¿Me quedo o me voy?.

Finalmente, ante la ambigüedad, tomaremos una decisión. Seguramente emocional. Y a partir de ahí, nuestra mente se encargará de minimizar los "contras" de nuestra situación y de aumentar los "pros" de la misma. Creeremos las noticias que están a nuestro favor. Agradeceremos la preocupación de los que apoyan la "contra", pero nos fortaleceremos con los que apoyan el "pro".

Y los que estamos lejos, apoyando el "¡Vente!", desearemos estar equivocados, que en verdad, la mejor decisión sea la del "¡Quédate!". Porque ya no podremos hacer nada para influir en su decisión.