La clave está en pensar más en las necesidades de los otros y menos en las nuestras.
Seguro que a todos nos gustaría formar parte de la lista de las personas mejor valoradas, aunque todos sabemos que no es nada fácil conseguirlo.
Hay personas que tienen una gran facilidad para formar parte de esa lista, ya que han desarrollado las habilidades que se lo permiten, otras lo perciben como un logro inalcanzable.
La investigación como siempre puede arrojar datos muy clarificadores. Al parecer la mejor manera de conseguir aumentar nuestra popularidad es manifestar un interés sincero por los demás. De hecho parece que la investigación avala la afirmación de " se consiguen más amigos en dos meses manifestando un interés sincero por los que nos rodean, que en veinte años intentando que los demás se interesen por nosotros". Tal vez aquí esté la clave. No hay que poner el foco en lo que podemos hacer para que los demás nos presten atención, sino que somos nosotros los que debemos prestar atención a los demás. Si conseguimos hacer este giro, tendremos un gran camino recorrido.
Otros caminos rápidos que los autores han sugerido hacia el ascenso en la lista son: hacer cumplidos, imitar el lenguaje corporal de nuestros interlocutores, imitar la velocidad de discurso de los demás, mostrarse modestos, etc. Todo de bastante sentido común, aunque en la práctica no suele ser frecuente, ya que solemos estar más preocupados por nosotros mismos que por los demás.
Otro de los aspectos que pueden encumbrarnos a la lista de los más populares, es la capacidad para asumir y reconocer nuestros errores.
En 1961 JFK ordenó a las tropas invadir Cuba y la bahía de Cochinos, la operación fue un fracaso y los historiadores lo siguen viendo como un error militar, sin embargo una encuesta nacional realizada posteriormente a la invasión demostró que los ciudadanos valoraban mejor al presidente después de la desastrosa decisión. Al parecer las razones que sustentaban tan asombroso comportamiento eran, por un lado que el presidente no había ocultado su error, y por otro, el error hacía que los ciudadanos lo percibieran como más humano.
En un experimento Aronson decidió comprobar si realmente era cierto que cometer un error, podía aumentar la popularidad. El experimento consistió en que dos personas debían hacer una demostración del funcionamiento de una licuadora en un centro comercial. La primera hizo una exposición perfecta sin ningún error, todos los asistentes aplaudieron encantados, la segunda, cometió varios errores y consiguió exprimir sólo un poco de zumo. Cuando se pidió a los espectadores que valoraran a las dos chicas, hubo una gran coincidencia en que la primera era más profesional, sin embargo la segunda fue considerada como más simpática, ya que la percibían como un modelo cercano a ellos mismos.
Y un tercer y muy interesante dato que arroja la experimentación es que el hablar mal de otros acaba volviéndosenos en contra y alejándonos de la lista de los mas populares. Al parecer el criticar a otros genera que el que nos escucha acaba asociando de forma inconsciente con nuestra persona los características negativas que comentamos. El fenómeno de la transferencia se produce igualmente si comentamos aspectos positivos y agradable de otros, los que nos escuchan acabarán percibiéndonos como una persona agradable y simpática.
Si queremos ascender en el ranking de la simpatía, parece claro que según estas investigaciones debemos: