En el post Un programa pionero para educar en habilidades emocionales presentamos las bases del programa PATHS, cuyo objetivo es desarrollar las habilidades emocionales en niños. Hoy vamos a ver algunas de las herramientas que utiliza que, seguramente si tenemos niños cercanos, podremos poner en marcha.
Uno de los aspectos básicos del programa es entrenar a los niños a controlar las emociones cuando se sienten superados por ellas, evitando que actúen de forma impulsiva y agresiva.
Con este objetivo se les enseña a "hacer la tortuga". Se les cuenta una historia sobre una tortuga que no es capaz de controlar sus sentimientos y que se pelea e insulta fácilmente a los demás, lo que le genera problemas con los que la rodean. Un día una vieja tortuga le anima a meterse en su caparazón. Le explica que cuando se encuentre en una situación que le resulte incontrolable debe:
1. Decirse "Alto" y meterse en su caparazón (postura que los niños imitarán cruzando los brazos sobre el pecho)
2. Respirar profundamente
3. Decirse a uno mismo cuál es el problema
Tras este consejo y mucha práctica, la tortuga aprende a controlarse y las relaciones con los demás mejoran.
Esta historia no sólo se les cuenta, sino que los propios niños la representan llevando a cabo los distintos papeles para aprender a asumir otros puntos de vista.
Así, se enseña a los niños a "hacer la tortuga" en distintos contextos, cruzando los brazos sobre el cuerpo mientras respiran profundamente en las situaciones en las que se sienten enfadados. De este modo, asocian la noción de tranquilizarse a una acción concreta que, además, resulta incompatible con la agresión física.
Esto se practica todas las veces necesarias hasta que el niño lo interioriza. Además, a la vez que "hacen la tortuga" se les enseña a "hablarse a ellos mismos" como forma de autoinstrucciones verbales.
Cada vez que un niño logra calmarse usando esta técnica, es reforzado por el profesor.
Para que los niños se familiaricen con las emociones se comienza a trabajar con los sentimientos más básicos evolutivamente hablando para ir avanzando hacia los más complejos.
Los sentimientos se clasifican en función de un código de colores para evitar etiquetarlos como "buenos" o "malos". En su lugar se definen como sentimientos cómodos o incómodos.
El profesor les muestra imágenes de niños que están experimentando esos sentimientos y cuenta alguna situación en que lo experimentó él mismo o le pide a alguno de ellos que cuente su caso. Después reparte a cada niño una tarjeta con una "cara de sentimiento" que colocarán en un cuaderno especial que tendrá cada uno y que dejarán en su pupitre.
Ese cuaderno, que cada vez tendrá más tarjetas, se utiliza para identificar sus emociones. Así, cuando en distintas situaciones se les pregunte: "¿Cómo os sentís ahora?", cada niño buscará en su cuaderno la tarjeta que mejor exprese su sentimiento.
Estos sentimientos comenzarán siendo muy sencillos (feliz, triste, asustado/a...) y se irán haciendo más complejos (humillado/a, avergonzado/a...) según los niños vayan creciendo.
A los niños también se les proporciona una tarjeta en blanco que se denomina "privado". Con ella se les transmite la idea de que no siempre están obligados a mostrar o hablar de sus sentimientos.
Con este sistema no sólo se les enseña a los niños a reconocer sus propios sentimientos sino también que la expresión de los sentimientos favorece la resolución de problemas interpersonales.
Se utiliza un poster con una especie de semáforo donde cada una de las luces representa un paso del proceso de autocontrol:
Se trata de enseñarles a generar alternativas no agresivas a los problemas que surjan.
El poster se sitúa en distintos lugares del colegio (aulas, patio, comedor...). Incluso a veces se refuerza con lugares señalizados donde los niños pueden dirigirse cuando se encuentren alterados y no quieran que se les moleste.
En las escuelas en las que existe el programa PATHS, determinados niños mayores funcionan como "mediadores". Visten con una camiseta con la imagen del semáforo e intervienen cuando ven a otros niños más pequeños en problemas, ayudándoles poner en práctica el método.
Para instaurar determinas emociones en los niños se utilizan historias sobre personajes reales que se trabajan y discuten para analizar las consecuencias de las mismas. Así los niños aprenden qué emociones y en qué condiciones son más o menos adecuadas.