El naranja es el color de calabaza, del otoño, de la naranja (a la que debe su nombre), del aterdecer, de las túnicas budistas, de los salvavidas. El naranja llama nuestra atención, nos divierte, nos advierte y nos anima.
Con la llegada del otoño el campo se ha llenado de tonos rojizos y anaranjados que marcan este período de transición hacia el invierno. Dado el momento en el que nos encontramos y siguiendo con la serie de posts "La fuerza del color", quiero detenerme en esta ocasión en el naranja, en sintonía con nuestro entorno y aprovechar para llenarnos de la vitalidad que este color irradia. No olvidemos que el objetivo de esta serie es acercarnos al significado y la psicología del color que, en mi caso como publicista y diseñadora gráfica, nos ayuda a comprender y a justificar los diferentes usos que de él hacemos en la construcción de nuestra marca y comunicación.
Lograr que la gente compre es un arte de persuasión en el que los colores tienen un importante papel y no debemos subestimar las señales visuales que pueden fortalecer nuestra imagen de marca.
El color naranja es el resultado de la mezcla del rojo y el amarillo. Es un color divertido, sociable y alegre, en contraposición a su contrario (o complementario), el azul, que evoca calma y llama a la reflexión, a la espiritualidad. Naranja es el color de las vestimentas del dios romano Baco, dios del vino, del éxtasis y el frenesí, y por extensión, de las túnicas de las sacerdotisas bacantes.
Es un color llamativo, apto para llamar la atención y utilizarlo en el "call to action" de la tipografía de una publicidad o en los botones de las páginas Web donde queremos que el usuario haga "clic". Lo empleamos para destacar algún elemento que no queremos que pase desapercibido.
También advierte de algún peligro, como en la señal de veneno en la que aparece una calavera sobre fondo naranja, o con la intención de potenciar la visibilidad y la seguridad, por ello se usa en los intermitentes del coche, en los chalecos salvavidas o en las ropas de los trabajadores en carretera. Este color se aprecia desde larga distancia y advierte de señales que hemos de tener en consideración.
El naranja es original y atrevido, poco convencional, y puede resultar inadecuado para artículos caros y de prestigio. ¿Os imagináis un "Mercedes" o un "Jaguar" de color naranja? Identifica, sin embargo, a marcas como "Nikelodeon", un canal de televisión infantil que busca entretener y divertir, o a "Amazon" que destaca por su originalidad o de "ING Direct", un banco que se desmarca de los bancos convencionales.
Para el budismo, el color naranja simboliza la Iluminación, que es el grado máximo de perfección. De modo que las túnicas de los monjes budistas son naranjas, así como las vestimentas del Dalai Lama. Por ser el color del budismo también lo encontramos en la bandera de la India.
El naranja estimula la mente y la creatividad, es atrevido, enérgico, optimista y tiene un efecto antidepresivo.
Los colores se consideran un elemento semiótico no verbal clave para atraer la atención del público y hacer que un diseño sea memorable. Además influyen en el estado de ánimo de las personas, aunque siempre hay que tener en cuenta el contexto cultural donde lo encontramos.
¡Feliz otoño anaranjado!